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Solidaridad, regalo de Navidad

Café de Mozambique, bombones de cacao boliviano o turrón hecho con azúcar paraguayo, tres alternativas solidarias a las tan socorridas corbatas y colonias que, un año más, se regalarán por Navidad. Pero son muchas más las opciones de regalo: bidones de agua, gallinas, mosquiteras para prevenir...

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  • Café de Mozambique, bombones de cacao boliviano o turrón hecho con azúcar paraguayo, tres alternativas solidarias a las tan socorridas corbatas y colonias que, un año más, se regalarán por Navidad. -
Café de Mozambique, bombones de cacao boliviano o turrón hecho con azúcar paraguayo, tres alternativas solidarias a las tan socorridas corbatas y colonias que, un año más, se regalarán por Navidad. Pero son muchas más las opciones de regalo: bidones de agua, gallinas, mosquiteras para prevenir la malaria...

Regalos todos ellos diferentes y, ante todo, muy útiles para quienes los reciban en países como Chad, Sudán o Mauritania, y que la ONG Intermón Oxfam sugiere para unas Navidades que pondrán fin a un año en el que la crisis económica se ha hecho notar, y mucho, en las ventas de productos de Comercio Justo.

“Acostumbrados como estábamos a crecimientos anuales que superaban el veinte por ciento, entre 2002 y 2007, vivimos un parón tremendo en los dos últimos años. Una situación coyuntural que, estoy convencido, superaremos”, confía Rafael Sanchís, de Intermón Oxfam, con 48 tiendas de Comercio Justo repartidas por España y unas ventas en el último ejercicio que superaron los 7,5 millones de euros, casi el cincuenta por ciento del total.

La crisis “nos pilló por sorpresa el año pasado”, comenta, en conversación con Efe, Mónica Gómez, responsable de Comercio Justo en Setem y miembro de la junta directiva de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo. Sus previsiones hablan de cerrar el año con un descenso en torno al 50%.

Un informe de esta federación de ONG de solidaridad internacional –el último publicado con datos oficiales– concluía que en 2007 las ventas apenas se incrementaron un 4%, hasta los 17,24 millones de euros, frente a crecimientos del 28% que, por ejemplo, se registró en 2005. La previsión, antes de la irrupción de la crisis, era superar ese año los 18 millones.

El mismo estudio aportaba el dato según el cual los españoles gastamos en 2007, en productos de Comercio Justo, una media de 361 euros por cada mil habitantes, muy lejos todavía de los 4.872 de holandeses o de los 2.764 de suizos.

Ingleses, holandeses, alemanes, italianos y franceses encabezan el ránking de los europeos más concienciados con esa estrategia para aliviar la pobreza y promover el desarrollo sostenible que es el Comercio Justo, actividad que en el conjunto del continente europeo genera una riqueza anual que supera los 1.500 millones de euros, según estimaciones de la UE.

Desde el optimismo por un futuro prometedor y la preocupación por un presente complicado habla a Efe Javier Fernández, director general de Copade-Comercio para el Desarrollo, que vende en España muebles fabricados en Honduras y Bolivia con “madera justa”. En 2008 facturaron por encima de los seiscientos mil euros.

Todas las ONG dedicadas al Comercio Justo confían en que la campaña de Navidad que acaba de comenzar palíe de algún modo los flojos resultados de meses anteriores. En las semanas previas a las fiestas lo normal es que hagan la mitad del volumen total de sus ventas anuales.

Por eso apelan a la solidaridad de ciudadanos, empresas e instituciones públicas, buenos clientes éstas últimas en momentos de bonanza económica pero que han reducido sus pedidos en los dos últimos años. “Hay desde las que, por la crisis, han recortado significativamente sus presupuestos para compras solidarias, hasta las que se cohíben porque entienden que ahora no queda bien este tipo de gastos extraordinarios”, comenta Mónica Gómez, de Setem.

El año pasado, por ejemplo, el Consejo de Estado regaló a sus miembros una cesta de Navidad con productos de Comercio Justo comercializados por Ayuda en Acción, ONG con la que también colabora Presidencia del Gobierno. Desde 2005, en el Palacio de La Moncloa sólo se sirve café cultivado en condiciones laborales dignas y respetuosas con el medio ambiente.

El mismo ejemplo han seguido muchos ayuntamientos, como el de Madrid, Gobiernos autonómicos –Cataluña, País Vasco–, diputaciones provinciales....y el Senado, en cuya cafetería sólo se toma café de Comercio Justo.

Un concepto éste cuya definición, mundialmente aceptada, apela al “diálogo, la transparencia y el respeto”, a una “mayor equidad en el comercio internacional” y a la necesidad de contribuir entre todos “al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones en el comercio, garantizando los derechos de los productores y trabajadores marginados, particularmente en el Sur”.

El comprador justo español es mayoritariamente una mujer de entre 30 y 40 años, urbana, con estudios superiores y de clase media o media alta, según relata Rafael Sanchís, de Intermón Oxfam. Mujeres sensibles hacia los temas de salud y medio ambiente, “a los asuntos sociales en general. Ellas son más sensibles y fieles –recalca– a nuestro mensaje de que cambiar las pautas de compra contribuye al desarrollo de las comunidades pobres”.

Según el mencionado estudio de Setem, los catalanes son los españoles que más dinero gastan en Comercio Justo, unos 659 euros de media por cada mil habitantes y año, seguidos por los ciudadanos de Baleares (651) y por los madrileños (600 euros).

El 56% de sus compras son alimentos (café, chocolate, té, azúcar...). Los artículos de artesanía (complementos de moda, adornos para la casa,...) suponen el 38%. El 37% de todos los productos vendidos en España proceden de países de América Latina y el Caribe.

“Los clientes de este tipo de tiendas –argumenta el estudio– repiten casi siempre una vez que han probado sus productos, entre otras razones por su calidad, superior”. “Decir que son más caros es falso. Si es así en algunos casos lo compensa su calidad”, apostilla Javier Fernández, de Copade.

El sello Fairtrade-Comercio Justo garantiza su origen y calidad. En 2008 en todo el mundo, informa Setem, se consumieron productos avalados por este sello por un valor próximo a los tres mil millones de euros, y se beneficiaron de ello más de 1,5 millones de productores y trabajadores en 58 países de América, África y Asia.

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