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El pobrecito hablador

Este virus como mola, se merece otra ola

He de reconocer que cuando todo esto comenzó, creí a pies juntillas que sería infinitamente más leve de lo que luego ha resultado

Publicado: 16/02/2021 ·
20:31
· Actualizado: 16/02/2021 · 20:31
  • Sanitarios atienden a un paciente en la UCI. -
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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  • Ahora, llegan cantos de sirena de que tenemos que salvar la Semana Santa
  • No es que tropecemos con la misma piedra. Es que le hemos cogido cariño al pedrusco y lo vamos a terminar adoptando
  • . Vamos en la senda correcta para que, con un mínimo esfuerzo, consigamos el objetivo: que no quede nada que salvar

Me estoy dando cuenta de que, a pesar de que los años me van cayendo uno tras otro como una losa, sigo teniendo un ramalazo de ingenuidad o de creencia en la bondad del ser humano que me hace quedar, las más de las veces, con el nalguerío al aire.

He de reconocer que cuando todo esto comenzó, creí a pies juntillas que sería infinitamente más leve de lo que luego ha resultado. Luego pensé que los políticos de este país estarían a la altura de las circunstancias, olvidando sus discrepancias y empujando todos en la misma dirección, dejando atrás las diferencias que les separan y tendiendo puentes en la búsqueda del bien común. Posteriormente, cuando acabó lo más duro del confinamiento, esperé que la actitud de la ciudadanía sería responsable y empática con los enfermos y fallecidos a causa de la pandemia,.

Más tarde, ante la amenaza de la llegada de una segunda ola pandémica, entendí que todos habíamos aprendido la lección y que no volveríamos a repetir los mismos errores, que no antepondríamos la economía a la salud, que afrontaríamos las fiestas navideñas con la vista puesta en darle el golpe definitivo al virus. Estimé que, sabiendo la fecha aproximada de aparición de las vacunas, estaríamos preparados para inmunizar a la población en un suspiro.

Ahora, llegan cantos de sirena de que tenemos que salvar la Semana Santa. Incluso, oh casualidad, se relajan las medidas ante la celebración de San Valentín, a pesar de que la cepa británica se asoma a la esquina como un hooligan de vacaciones en Magaluf con su pulsera de barra libre en la muñeca.

No es que tropecemos con la misma piedra. Es que le hemos cogido cariño al pedrusco y lo vamos a terminar adoptando. Es que tenemos la peor generación de políticos en el peor momento, una panda de ilustres ignorantes, voceros, egoístas. con escasa o nula capacidad de negociación y empatía, incapaces de construir un puente, aunque sea de un palmo. Si  eso lo acompañamos de una sociedad de niños de teta mal criados, víctimas del yoismo, obtenemos como resultado lo que vemos cada jornada: la normalización de cientos de muertos a diario como algo cotidiano y corriente

Sigamos así. Vamos en la senda correcta para que, con un mínimo esfuerzo, consigamos el objetivo: que no quede nada que salvar.

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