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Àngels Barceló: “Si se conforma la opinión solo con las redes tenemos un problema enorme”

La directora de 'Hoy por Hoy', de Cadena Ser, el viernes en Cádiz, reivindica reflexión frente al ruido político. “Es prácticamente imposible pero no desisto”

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  • Àngels Barceló, durante su programa en Cadena Ser, ‘Hoy por Hoy’. -

La pandemia evitó que pudiera disfrutar de Cádiz como a Àngels Barceló le gusta disfrutar de las localidades que visita en la gira Recorriendo España con Hoy por Hoy, pero este viernes pudo sentir una vez más el calor de los oyentes desde las tablas del Falla. Los seguidores del programa de la Cadena Ser le han servido para aguantar el tipo durante la crisis sanitaria y su compromiso con la audiencia le lleva a echarle un pulso cada día al ruido político y de las redes sociales, donde no caben los grises, aportando claves para la reflexión, aunque “no es buen momento para la política ni para el periodismo”. El Covid lo pone todo más difícil. 

Los carnavaleros se ponen serios y han dicho no a las galas del Falla.

–No soy política, no tomo decisiones ni soy científica, pero cualquier medida que se tome para evitar la expansión de la pandemia, para conseguir frenarla, me parece una buena decisión. Ya tendremos tiempo de divertirnos, de cantar, de bailar, de todo, pero ahora hay que ir con muchísimo, muchísimo cuidado.

Pero tiene consecuencias económicas...

–Es un falso debate: sin salud no hay economía. Puedes intentar activar la economía, pero si la gente se sigue poniendo enferma, si la gente no sale de sus casas porque tiene miedo o porque ha enfermado, no se va a reactivar la economía. La única manera de reactivar la economía es acabar con la pandemia. Trabajo en Madrid donde ese debate lo utiliza (la presidenta de la comunidad) Isabel Díaz Ayuso. Pero la economía en Madrid, salvo los bares y restaurantes, está muerta, hay mogollón de comercios cerrados en el centro. No hay debate, solo hay una afirmación: hay que salvar la salud, y una vez que tengamos salud se recuperará la economía.

¿Están las administraciones a la altura?

–Ese es el problema. Somos el último país en la cola de Europa en ayudas directas a los sectores afectados. Puedes parar la economía si les ayudas.

No somos un país triste, pero me estoy encontrando (en la gira del programa) con un país derrotado”

Recorres España con el programa. ¿Qué país te has encontrado?

–Me estoy encontrando un país destrozado, cada lugar con su casuística: me he paseado por las calles de Córdoba sin turistas, que parece otro mundo, parece irreal; he estado en Linares, que es la ciudad con más paro de España, donde la pandemia golpea todavía más...  No somos un país triste y me he encontrado un país triste, un poco derrotado en algunos aspectos, con la gente cansada, muy agotada.

El programa se promociona como la voz entre el ruido. ¿Es posible aclararse con 17 maneras diferentes de enfrentarse a la pandemia?

–No. Los ciudadanos tienen un caos en la cabeza... Hay una norma base, que es el estado de alarma, y luego cada comunidad lo ha gestionado como ha podido, pero al final la pandemia ha puesto en evidencia que al Estado de las Autonomías le falta como grasa, como si el engranaje chirriara. Como nunca habíamos estado ante un test de estrés de estas dimensiones, no éramos conscientes. La pandemia lo que ha puesto en evidencia es eso, que no se ha funcionado de la manera que se debería haber funcionado, no se ha funcionado como en Alemania, que también tienen sus problemas, pero como Alemania ha funcionado con sus länder. Una de las cosas que deberíamos sacar en claro precisamente de esto cuando acabe es mirar dónde hay que poner esa grasa en el engranaje.

El ruido político ha alcanzado también unos decibelios intolerables. ¿Hay espacio para la reflexión entre la polarización política?

–No, es prácticamente imposible. Lo intento todos los días, pero la gente ya no quiere escuchar los matices ni los grises, o blanco o negro, solo buscan opiniones que reafirmen las suyas, tesis que reafirmen las suyas. Si no defiendes esas tesis, estás en el bando contrario aunque no lo estés en el bando y lo único que intentes aportar es el matiz, la reflexión. Cada vez es más complicado, pero no desisto. Hay que hacer este ejercicio a pesar de que te critiquen por un lado y por otro te crujan en las redes sociales. Ese es nuestro trabajo, al menos considero que ese es mi trabajo, y lo intento hacer cada día de la semana cuando me levanto a las cuatro de la mañana.

Las redes sociales también lo dificultan, ¿no?

–Yo utilizo las redes sociales, bueno solo tengo Twitter, pero lo utilizo para mi trabajo porque me permite llegar a cosas que el día a día no me permitiría. Las reacciones a lo que yo digo o lo que yo hago... si te digo la verdad me preocupan más bien poco. Relativizo muchísimo, soy muy poco activa, no digo prácticamente nada,   las conversaciones en las redes sociales no me interesan absolutamente nada.

¿Te preocupa que los referentes mediáticos y políticos pierdan la sintonía con la opinión pública entre tanto ruido?

–¿La opinión pública qué es, lo que hay en Twitter?

No, me refiero a los ciudadanos, a que, como en EEUU, medios y partidos no influyan.

–Si eso pasa, tendremos un problema. Ya lo tenemos. Es verdad que en la prensa también tenemos nuestra parte de responsabilidad, la manera en como lo hemos hecho, y los políticos tienen la suya, pero los ciudadanos también. Aspiro a que los ciudadanos sepan lo que es el periodismo, dónde tienen que informarse, dónde hay que buscar las fuentes. Aspiro a eso y sé que hay muchísimos ciudadanos que lo hacen. Pero si al final todo el mundo se va decantando y se conforma la opinión con solo lo que ve y lee en las redes sociales, como sociedad, como democracia, tendremos un problema enorme.

El Gobierno no lo pone fácil. El vicepresidente Pablo Iglesias dice que hace falta un Ministerio de la Verdad y cuestiona la democracia española.

–No, no, ya te digo que los políticos tienen parte de responsabilidad; muchas veces son ellos los que introducen este debate. Dice Pablo Iglesias que España es una democracia averiada y lo dice él, que es vicepresidente de un Gobierno que le permite decir este tipo de cosas. ¿Dónde esta el problema con la democracia? Lo que pasa es que si tú introduces esta reflexión, los seguidores de Pablo Iglesias te machacan. Es muy difícil, ellos tienen parte de responsabilidad, pero también la prensa, todos aquellos que defienden argumentarios de partidos políticos en lugar de hacer su trabajo también son responsables. Los que buscan audiencia a costa de lo que sea también son responsables. El ciudadano que ha decidido bajar los brazos y solo se informa por las redes sociales o únicamente buscar las versiones que solo ratifican lo que piensan.  Aquí cada uno tiene responsabilidad.

El calor del oyente ha sido definitivo para que aguantáramos mental y moralmente en la pandemia”

Y la oposición. Hace solo unos años se planteaba la posibilidad de una gran coalición y ahora los líderes de PP y PSOE ni siquiera hablan por teléfono.

–No, no, si tenemos, insisto, un problema con la gestión política de lo que está pasando. No es el mejor momento para la política. La oposición no ha asumido el papel que tiene que asumir en esta crisis. ¿Que el Gobierno hace cosas mal? Claro que haces cosas mal. ¿Que al Gobierno hay que criticarle las cosas que hace mal? Claro que hay que criticarle las cosas que hace mal. Pero eso no es incompatible con tener una responsabilidad y un sentido de Estado y una lealtad que te obliga a tomar determinadas decisiones con todas las exigencias que tú quieras, con toda la advertencia que tú quieras, pero, hombre, si eres un partido de Gobierno, como es el Partido Popular, deberías pasar por encima del cortoplacismo, del tacticismo. ¿Sabes lo que pasa?, que en el otro lado pasa lo mismo, es decir, ellos solo miran las encuestas, el resultado de las próximas elecciones.

Pero entre tanto ruido, ¿has sentido especialmente el calor del oyente durante la pandemia?

–Mucho, muchísimo, eso ha sido definitivo para que nosotros aguantáramos, para que yo misma aguantara mentalmente, moralmente. Lo hemos notado mucho. Ellos han notado nuestro calor, pero ellos nos han arropado una barbaridad. Ha habido días en que he hecho el programa yo sola en el estudio con un productor y un técnico delante, con todo el mundo teletrabajando desde sus casas, atravesándome Madrid desierto, preocupada por la situación de mi familia, pensando en mi padre, dando cada día noticias de muertos, de contagiados, de colapso en los hospitales. Si no llega a ser por que los oyentes te decían “por favor, te necesitamos  ahí”, hubiera sido mucho más difícil.

Una última sobre la radio. ¿Ha quedado relegada la programación local por la presencia de grandes estrellas mediáticas en las grandes cadenas?

–No tengo esa percepción, al contrario. Es verdad que hay tres grandes programas o cuatro grandes programas de cadena que se llaman que se llevan muchos más recursos, son más complicados hacerlos aunque también tienen muchísima más audiencia, pero no tengo esa sensación. Y si en algún momento hay algún gestor de alguna de las grandes emisoras que piensa que se puede prescindir de la programación local, en el pecado llevará la penitencia porque, sin la fuerza de lo local, lo nacional no tendría la dimensión que tiene.

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