El Museo Naval de San Fernando inaugura su segunda exposición temporal bajo el título En memoria del San Telmo: el navío desaparecido en el hielo (1819-2019) con motivo de la celebración del bicentenario de la partida del puerto de Cádiz de la División del Mar del Sur
Este 11 de mayo de 2019 se cumple el bicentenario de la partida del puerto de Cádiz de la llamada División del Mar del Sur. Una agrupación de varias embarcaciones que, con destino a Lima, dirigirían sus esfuerzos a frenar los primeros conatos de insurrección que desembocarían en la independencia de los territorios españoles en Latinoamérica.
La exposiciónestará abierta al público general a partir del 12 de abril hasta el 31 de agosto y la entrada será gratuita.
Esta muestra, patrocinada por la Fundación Museo Naval, bajo el comisariado de la doctora Alicia Vallina, directora técnica del Museo Naval de San Fernando, reúne 57 obras procedentes del Museo Nacional del Romanticismo, del Museo Naval de Madrid, del Archivo General de Marina D. Álvaro de Bazán, de la Universidad de Zaragoza y del propio Museo Naval de San Fernando. Alicia Vallina Vallina, comisaria de la exposición, es doctora en Historia del Arte y estudios del Mundo Antiguo por las Universidades Autónoma y Complutense de Madrid además de funcionaria de carrera del Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos Estatales. Actualmente ejerce como directora técnica del Museo Naval de San Fernando. Ha comisariado numerosas exposiciones y escrito un sinfín de artículos en revistas nacionales e internacionales sobre arte, patrimonio y museos además de un buen número de libros sobre museología y museografía. Es también autora del catálogo razonado de la obra de Joan Brossa bajo el patrocinio de la Fundación Azcona.
Acerca de la División del Mar del Sur
La escuadra estaba compuesta por dos navíos, una fragata de guerra y un mercante. El navío San Telmo, de 74 cañones, construido en 1788 en los Astilleros de Esteiro de El Ferrol; el navío Alejandro I, de 74 cañones, uno de los cinco que dos años antes habían sido comprados a Rusia, en tan lamentable estado que poco después tuvo que regresar a la península; la fragata Prueba, de 34 cañones, y la fragata mercante Primorosa Mariana, para el transporte de tropas.
El mando de la escuadra recayó en el capitán de navío Rosendo Porlier y Sáenz de Asteguieta, mientras que el mando del San Telmo fue para el gaditano Joaquín de Toledo y Parra. Consta que el pesimismo de Porlier sobre la suerte de su navío era tan grande que, al despedirse en Cádiz de su íntimo amigo el capitán de fragata Francisco Espelius, le dijo: "Adiós Francisquito, probablemente hasta la eternidad...".
En la mañana del día 11 de mayo de 1819 zarpó de Cádiz la División, a excepción del navío Alejandro I que demoró un día por una avería en el cabestrante mayor. Días después regresaría definitivamente a España por problemas más graves. Al comienzo de la travesía los tres buques de la escuadra consiguieron mantenerse juntos. En septiembre intentan doblar el Cabo de Hornos, pero el mal tiempo y las tormentas dispersan los buques. Sólo las dos fragatas consiguen por separado dar noticia al puerto de destino, Callao. El día 2 de octubre lo hace la Prueba y siete días después la Primorosa Mariana, que informa haberse separado del San Telmo el día 2 de septiembre en la latitud 62º sur y longitud 70º oeste, dejándole con averías en el timón, tajamar y verga mayor. Sin noticias durante casi tres años, el 6 de mayo de 1822 se declara oficialmente de baja el navío y los 644 hombres que formaban la tripulación.
Entre 1820 y 1822 los oficiales navales británicos William Smith y James Weddell, navegaron cerca de la posible zona del naufragio e incluso aventuraron la posibilidad que algunos tripulantes sobrevivieran un tiempo. Sin embargo, la historia del San Telmo permaneció prácticamente olvidada hasta que el catedrático Manuel Martín-Bueno, de la Universidad de Zaragoza, junto con un grupo hispano-chileno de arqueólogos, geólogos y marinos de la Armada, organizó varias campañas arqueológicas de investigación sobre el terreno entre 1993 y 1995. El objetivo era buscar evidencias que aclarasen este desconocido y misterioso hecho de la historia antártica. Catalogaron diversas anomalías magnéticas sumergidas que podrían ser cañones y anclas que aún están por bucear. Levantaron la cartografía de esos lugares y, en tierra, encontraron objetos tales como restos metálicos, de sandalias y de maderas. Con las investigaciones inacabadas, el misterio continúa. Las pruebas no son concluyentes ya que no hay ningún objeto atribuible directamente al barco. Pero las evidencias nos dicen que el San Telmo pudo llegar a la costa del continente helado.
El mar está lleno de leyendas, la del San Telmo aún sigue viva. El navío permanece bajo las gélidas aguas del continente blanco esperando ser hallado. Los restos de los 644 marinos españoles reciben con esta exposición su merecido homenaje doscientos años después.