Con apenas 27 años, la gaditana Carmen Blanco está a punto de conseguir ver su primer largometraje, Los amores cobardes, en un puñado de salas de cine que el próximo viernes 14 estrenarán esta historia sobre el peso del pasado rodada con una cámara de fotos.
Esta película es “una carta de presentación que ha sobrepasado las expectativas”, según explica en una entrevista Carmen Blanco, que ha logrado rodar este largometraje con un equipo de una veintena de personas gracias a los ahorros y a un micromecenazgo.
La ópera prima de la cineasta cuenta en su reparto con seis actores, entre ellos los protagonistas Blanca Parés e Ignacio Montes.
En la cita cuenta la historia de Eva, una diseñadora gráfica que vuelve a pasar el verano a la ciudad en la que creció. En ella se reencuentra con quien, años atrás, fuera su mejor e inseparable amigo de adolescencia, Ruben, que se esfumó de su vida sin aviso.
“El tema del pasado me apasiona. Por eso quise que fuera importante en mi primer largometraje”, explica la autora de este filme, en cuya protagonista se refleja como “el pasado sigue presente en el día a día” de Eva.
Para escribir el guión se hizo dos preguntas: “qué pasaría si un amigo íntimo desapareciera sin dar ninguna explicación y que pasaría si, mucho tiempo después, volviera a aparecer”, cuenta.
Con estas cuestiones Carmen Blanco (Cádiz, 1991) escribió el guión de su primer largometraje, que ha producido Abismo Films, la productora que fundó con tres compañeros y con la que hasta ahora había realizado varios cortos.
"Lo más difícil de todo ha sido encontrar financiación, solicitamos ayudas, pero yo era una cineasta novel, no tuvimos ninguna respuesta. Teníamos dos opciones: no hacerla o autoproducirla con nuestros ahorros",
Eligieron ese segunda opción, apoyados por el micromecenazgo que ha sido "la lanza que nos ha permitido llevarla a cabo", con "un presupuesto muy bajo con el que hemos tenido que hacer milagros”, explica.
Lo segundo más difícil ha sido encontrar una distribuidora que les ayudara a estrenar la cinta.
“Eso ha sido un trabajo arduo, tuvimos que llamar a muchas puertas. Que una película independiente vaya a ver la luz en salas es un objetivo cumplido”, añade.
Deliberadamente Carmen Blanco ha dejado en su película zonas de penumbra para que cada espectador, desde sus propias verdades e historias, completara su propia versión de la historia de Eva y Rubén.
Son “huecos en blanco” que contribuyen a construir una historia que navega entre el drama y el romance y que, sobre todo, es una película “de personajes”.
Casi en uno de ellos se ha convertido el pintor estadounidense Edward Hopper y su cuadro Summer Evening.
“Hopper me encanta, es uno de mis pintores favoritos. Cuando estaba escribiendo la historia vi fotos de una exposición. Vi ese cuadro, no lo conocía, y me evocó muchísimo; de alguna manera vi a mis dos protagonistas, una chica reticente, que desconfiaba de lo que le habla el chico. Me pareció curioso incluirlo”, explica.
Lost in Translation, de Sofia Coppola, es una de las referencias cinematográficas de esta cinta.
También Como locos, de Drake Doremus, una película independiente que se rodó con una cámara de fotos, al igual que Los amores cobardes.
Para Carmen Blanco hacer esta película ha sido todo “un máster”, una experiencia que cree que le impulsará a hacer más proyectos, como el que ahora escribe, también de tono intimista, y que espera llevar a cabo con mejores condiciones.
Los amores cobardes, que fue exhibida en el último Festival de Málaga, se estrenará en varias salas de Madrid y Málaga el 14 de septiembre.