La carreta que porta el Simpecado de la hermandad rociera anuncia que la corporación ya está camino de Almonte, donde estos días se reúne de nuevo con la Virgen María para rendirle pleitesía y dar rienda suelta a sus pasiones primaverales. La misa de romeros celebrada en San Francisco fue el punto de partida de la marcha a las siete y media de la mañana, con la bendición del sacerdote Jorge Manrique y con los primeros cánticos de su coro, que más tarde se prodigaría por las calles de Arcos, con alto obligado en la capilla de Las Aguas, en Romero Gago, para rezar devotamente.
La procesión fue seguida por un cortejo de hermanos cuya mayoría viaja por las tierras marismeñas para vivir su Romería de Pentecostés, aquélla que aguardan con la expectación y con la emoción dignas de un gran acontecimiento. Por medio tres días para convivir, cansarse y reponerse, cual metáfora de la vida, para alcanzar el premio de gozar de la Madre rociera. Será este viernes 18 cuando la hermandad arcense se presente ante las plantas de María Santísima en su aldea almonteña, para lo que ha facilitado incluso dos autocares para que la población que lo desee se traslade a la Romería.
La comitiva fue despedida por el alcalde de Arcos, Isidoro Gambín, acompañado de la diputada provincial y teniente de Alcalde Ana Carrera. Ambos participaron en la simbólica entrega de un ramo de flores al Simpecado, que se llevó a cabo en la sede de Servicios Sociales, en la biblioteca municipal. Además, la procesión contó con una representación de las hermandades de Arcos encarnada en la reelegida presidenta del Consejo de Hermandades y Cofradías, Mari Nieves Sánchez.
Bajo de Guía se convierte estos días en un estampa de otros tiempos, con miles de caballos, vehículos, carretas y personas de toda condición dispuestas a cruzar la desembocadura del Guadalquivir para adentrarse en el enigmático paraje de Doñana. Tanto trasiego requiere un impresionante dispositivo de seguridad que implica a cientos de agentes de distintos cuerpos, con medios terrestres y aéreos.
La conmemoración de la fiesta de Pentecostés es, así pues, el objetivo de los rocieros gaditanos pertenecientes a las seis hermandades existentes en el territorio diocesano de Asidonia-Jerez: Sanlúcar de Barrameda (la más antigua al ser fundada en 1677), Jerez (1932), El Puerto de Santa María (1959), Rota (1978), Chipiona (2004) y Arcos de la Frontera (1999).
