El rector de la Universidad de Cádiz, Eduardo González Mazo, ha presidido la festividad de Santo Tomás de Aquino con el solemne Acto de Investidura de Nuevos Doctores en el salón de Actos de la Escuela Superior de Ingeniería del Campus de Puerto Real. Durante el pasado curso académico 2016/17, leyeron sus tesis doctorales en la UCA un total de 233 jóvenes investigadores, de los que 117 se han investido como doctores este mediodía en la ESI. El profesor doctor, catedrático de Química Analítica de la UCA, Carmelo García Barroso, ha impartido la conferencia magistral, titulada Influencia del cambio climático en la problemática de la alimentación futura.
La labor principal de la Universidad, en palabras del rector, es la de “cualificar a los mejores profesionales y construir, al tiempo, ciudadanos y ciudadanas libres, críticos, tolerantes y reflexivos”. En su felicitación, González Mazo ha explicado, ante un numeroso público asistente entre alumnado, claustrales, familiares y amigos, que los nuevos doctores representan “ese elevado concepto de ciudadanía, imposible sin la garantía de un acceso sin menoscabos a todos los niveles de nuestro sistema público educativo, que asegure la igualdad de oportunidades y fortalezca los mimbres democráticos que deben ser prevalentes en la construcción de nuestra sociedad”. Les ha dado la enhorabuena “por vuestra investidura y gracias a todos por vuestro ejemplo y vuestra constancia”.
De sus tesis, ha resaltado que son “investigaciones socialmente responsables” de utilidad e interconectadas con su entorno, “más allá de los máximos merecimientos académicos”. Entre sus temáticas, tratan del papel socioeducativo de las entidades sin ánimo de lucro, el análisis de los principales errores ortográficos, la gestión social de los recursos humanos, la desinfección de las aguas naturales para consumo, la eficacia operativa en terminales de contenedores, el negocio del vino en Cádiz, la epidemiología del síndrome coronario agudo, la influencia de la obesidad en pacientes con insuficiencia coronaria, la violencia en las relaciones de parejas entre adolescentes, el nuevo escenario de la pobreza en tiempos de crisis, el accionamiento de grúas portacontenedores tipo RTG, el análisis paramétrico del mecanizado de materiales o la infografía forense en la investigación criminal, entre otras.
En la Universidad, “el camino científico se inicia con el doctorado. Conscientes de esta realidad, la Universidad de Cádiz ha incrementado significativamente sus programas de doctorado en los últimos años”, ha detallado. Este curso 2017/18, más de 220 doctorandos se han matriculado en alguno de los 16 programas de doctorado de la UCA, dos de ellos (Ingeniería Informática e Ingeniería Energética y Sostenible) incorporados el año pasado a una oferta académica, “para la que hay solicitada la petición de dos nuevos programas: Derecho y Economía y Recursos Humanos”. En total, más de 1.000 investigadores en formación realizan sus estudios de doctorado en la actualidad en la UCA.
Un espacio, ha precisado el rector, en donde “hemos implantado un sistema pionero en España de tesis doctorales industriales para, junto a la formación de nuestros jóvenes investigadores en ámbitos de conocimiento prácticos, colaborar con las empresas en el desarrollo de sus líneas de innovación estratégicas”, para generar “relaciones de confianza que abran el camino de nuevas colaboraciones estables en el ámbito de la I+D+i y favorecer la empleabilidad de los doctores de la Universidad de Cádiz”. En total, la UCA cuenta ya con 17 becas pre doctorales acogidas a esta fórmula, y se pretende que en 2018 se llegue a 40.
González Mazo también ha lanzado un mensaje a las administraciones públicas españolas que sustentan la ciencia que se realiza en sus universidades, ya que – como ha detallado – los últimos datos analizados sobre la inversión para investigación e innovación son negativos como solo el 1,19% del PIB para el gasto global en España, una reducción del 30% en la financiación que el Estado español destina a la I+D en los últimos nueve años, o el descenso del 60% en patentes registradas; por lo que solicita que activen “unas políticas comprometidas con la formación y la atracción del talento”.
La nueva doctora Alicia Mariscal Ríos (Facultad de Filosofía y Letras) ha intervenido en nombre de sus compañeros, con unas palabras de agradecimiento para sus familias, profesorado, tutores y a la Universidad de Cádiz como institución. Ha definido el camino de la investigación que les ha traído hasta aquí con las palabras “sacrificio, esfuerzo y constancia”; que ha tenido su recompensa y ha animado a sus compañeros a continuar con su trayectoria científica y/o académica.
El profesor Carmelo García ha dedicado la conferencia magistral a la influencia de la alimentación en el cambio climático y viceversa, de la amenaza que supone para el futuro si no se toma medidas desde el presente, “tenemos que adelantarnos” y no esperar a “la escasez”. Entre sus afirmaciones, el catedrático de Química Analítica de la UCA ha anunciado que hay una previsión de que en 2050 haya en el mundo la mitad de fuentes de alimentos. La industria alimentaria – según el ponente – contribuye al calentamiento global; puesto que “el 30% del C02 proviene precisamente de este sector”.
Asimismo, las personas en sus hogares también se suman a este problema conjunto desde el cúmulo de desperdicio de alimentos, como cifra alarmante se refirió a “15 millones de toneladas de residuos de alimentos al año” y cada individuo en Europa fabrica 100 kilos al año mientras que en África solo llega a 10 por cada uno.
Como soluciones, García Barroso ha comentado que desde ya se está trabajando por ejemplo, en el reciclaje de estos restos como compostaje, en la reducción de precios de los alimentos con fecha de caducidad próxima en los establecimientos comerciales o con el recocinado de desechos o “ecocucina”, entre otros. Como caso directo, el conferenciante ha compartido las investigaciones que llevan a cabo en el IVAGRO de la UCA para recuperar los nutrientes de restos industriales agroalimentarios como la fruta o el pescado, y la producción con restos de la vid de nuevos productos como galletas, vinagretas o mermelada.