La conferencia de Luis María Rosety Fernández de Castro en el Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León, puede interpretarse de dos formas distintas. Desde su vertiente religiosa que se plasma en la obra de un pintor y desde la obra de un pintor que se convierte en sí misma en un texto cromático en el que explica las obras de misericordia.
Obviamente, la conferencia tenía un matiz religioso por cuanto se trataba de un acto organizado por la Hermandad de la Misericordia y el tema de la charla era precisamente La Misericordia en las pinturas de Murillo. Es precisamente cuando el conferenciante comienza a describir esas obras y las compara con los textos bíblicos y evangélicos cuando las dos lecturas se unen en un todo separable.
O dicho de otro modo, actas para personas religiosas o amantes del arte. Y apurando, para aprender la cantidad de matices que tiene una obra de arte y que sólo personas versadas en la materia son capaces de ver, explicar y darles sentido dentro del cuadro.
Rosety fue presentado por Eduardo Albarrán Orte, director de la web Islapasión.net quien a su vez fue presentado por el hermano mayor de la Hermandad de la Misericordia, Antonio Moreno Olmedo.
Y el conferenciante no se limitó a explicar las obras que se encuentran en el hospital de la Santa Caridad de Sevilla -sólo dos de ellas originales por el expolio de la invasión francesa- sino la trayectoria del pintor sevillano, desde sus comienzos a su madurez, hasta llegar a la maestría.
El propio hospital de la Santa Caridad de Sevilla fue escaneado por Rosety, a la sazón arquitecto y también aquellas pinturas de otros artistas de la época que el mecenas Miguel de Mañara reunió para construir y decorar la que es considerada como la obra más importante del barroco sevillano. Allí está la obra de Leonardo de Figueroa, Simón de Pineda, Pedro Roldán y Bartolomé Esteban Murillo, el protagonista de la conferencia.
Las obras de misericordia, comenzando por la primera de las obras corporales, es el propio edificio dedicado al cuidado de los enfermos, aunque Murillo la transforma en el pasaje del Evangelio de San Juan en el que Jesucristo cura a un paralítico, mientras que el pasaje evangélico de los panes y los peces es el elegido por elegido por Murillo para el mandato de dar a comer al hambriento.
El Antiguo Testamento, el pasaje en el que Moisés hace brotar agua de las piedras representa el mandado de dar de beber el sediento y dar posada al peregrino lo representa también acudiendo al Antiguo Testamento y el pasaje en el que Abraham recibe a los enviados de Dios y les da cobijo en su casa.
La liberación de Pedro que Lucas refleja en los Hechos de los Apóstoles representa la obra de misericordia de visitar a los encarcelados y el Hijo Pródigo es la representación gráfica de vestir al desnudo.
Esa sería la síntesis de la conferencia, pero hubo algo más. El estudio riguroso de las luces, los detalles que centran la imagen en el objeto más pequeño, en el rostro más expresivo o en una constante de Murillo que aparece absolutamente en todas sus pinturas. Los niños. Es ahí, en esa forma de escudriñar el cuadro, donde la pintura y la palabra se unen en una sola cosa y cuando se comprende -Rosety lo consigue- que lo que son dos cosas distintas, arte y religión, se unan en un todo indisoluble.
Dijo Eduardo Albarrán que Luis María Rosety era una persona con una "incalculable capacidad didáctica". Tanto como para diseccionar cada uno de los cuadros y reunir los detalles en un conjunto perfectamente comprensible por todos. Religiosos y profanos. Especialistas y legos.