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Dos orejas de poco peso para Cid y Adame ante los vacíos Fuenteymbros

Con sendas orejas, de poco peso y de muy generosa concesión, saldaron este domingo su actuación en Sevilla los diestros El Cid y Joselito Adame

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  • El Cid -

Con sendas orejas, de poco peso y de muy generosa concesión, saldaron hoy su actuación en Sevilla los diestros El Cid y Joselito Adame, después de lidiar los dos únicos toros con ciertas posibilidades de una vacía y descastada corrida de Fuente Ymbro.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Fuente Ymbro, incluido el sobrero que sustituyó al tercero, devuelto por flojo, con buena y fina presencia aunque desiguales de alzadas y a falta de mayor remate en los cuartos traseros. Sin apenas excepción, resultó una corrida vacía y de muy deslucido juego por su ausencia de celo y empuje. El sobrero y el quinto, resultaron los únicos con medianas posibilidades.

Diego Urdiales, de tabaco negro y oro: pinchazo hondo, pinchazo y estocada (silencio tras aviso); pinchazo y estocada (silencio).

El Cid, de azul marino y azabache: estocada baja trasera (silencio); estocada desprendida trasera (oreja).

Joselito Adame, de grana y oro: estocada delantera desprendida (oreja); pinchazo, estocada honda desprendida y tres descabellos (silencio).

Entre las cuadrillas, saludaron en banderillas El Lipi, Jarocho y Fernando Sánchez, éste en dos ocasiones.

Segundo festejo de abono de la feria de abril de Sevilla, con algo menos de media entrada en los tendidos en tarde primaveral.

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EL LISTÓN EMPIEZA BAJO

Con más ruido estadístico que nueces artísticas se cerró este otro preámbulo de la serie continuda de festejos de abono que arrancará el próximo miércoles en la Maestranza de Sevilla.

Porque el "ruido" informativo que puedan hacer las dos orejas cortadas por El Cid y Joselito Adame, con escasa justificación y generosa concesión, no tapa la realidad de una vacía corrida de Fuente Ymbro que restó contenido a la tarde.

A pesar de sus finas hechuras, a los toros de la divisa gaditana les faltaron toneladas de empuje y de casta, tanto por la escasez de fuerzas en sus cuartos traseros como, básicamente, por falta de raza para seguir los engaños con un mínimo de celo.

La mayoría no dio ni una sola arrancada humillada y con cierto recorrido antes de que se rajaran definitivamente, desentendiéndose de la pelea o tomando descaradamente el camino de las tablas. Si acaso, hubo dos que pusieron algo más en el empeño, no mucho pero sí suficiente para que los triunfos de sus matadores hubieran tenido mayor calado.

Uno de estos fue el sobrero, el de más peso y el de más fuerza de los siete, y por ello también el que más aguantó en la pelea y se empleó algo más... hasta que igualmente acabó volviendo grupas.

Con esos escasos mimbres hizo el mexicano Adame su cesto, una habilidosa faena en la que, con reposo en las formas, aprovechó con medios pases las medias arrancadas, sin forzar al animal a dar más de lo que podía ofrecer.

Aun así, por mucho que sonara la música y por muy contundente que fuera el remate de la estocada, el nivel del trasteo fue inferior al del premio. En cambio, lo mejor de la actuación del mexicano llegó con el sexto, al que fijó con unos cadenciosos lances por delantales, y al que abrió la faena de muleta con sabrosos ayudados por bajo, flexionando la rodilla, y tan recreados como poderosos.

Pero, extrañamente, Adame optó por seguir toreando muy pegado a las tablas, donde el de "fuenteymbro" aceleró las ganas de rajarse que ya apuntaba de salida y le negó la posibilidad de redondear la tarde.

El otro "fuenteymbro" con opciones de la corrida fue el quinto, el único de todo el lote que quiso perseguir la muleta con la cara abajo y empleándose, aunque sólo fuera por el pitón izquierdo.

También El Cid le cortó a este una oreja de poco peso específico, solicitada por unos tendidos que apoyaron en todo momento su esfuerzo por asentarse con unas embestidas exigentes, pues pedían firmeza y mando para desarrollarse.

Un par de series de naturales, también musicadas, llegaron a duras penas a alcanzar ese nivel, pero no así un conjunto de faena con altibajos y desigualdades del torero sevillano.

En el lote de Diego Urdiales no entró, en cambio, ningún toro con posibildiades, ni muchas ni pocas, pues el primero tuvo una engañosa movilidad con la cara por las nubes y desarrollando sentido, y el cuarto no paró de soltar desganados cabezazos a una muleta que trató de sacar con paciencia y temple lo que no tuvieron ninguno de los dos ejemplares.

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