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San Fernando

Alguien que no sean los isleños tendrá que responder de la chapuza

El revestimiento del castillo no deja de desprenderse a causa de un trabajo mal ejecutado cuyos responsables deben asumir las consecuencias.

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El castillo de San Romualdo no ha gustado a la inmensa mayoría de los isleños que esperaban una fortaleza almenada como en las películas. Por el contrario, la solución que se le ha dado a la rehabilitación ha sido la de un revoco que ya no sólo no gusta, sino que está siendo motivo de protesta porque se está desprendiendo, por mucho que se anda parcheando la fachada.

Las causas de ese desprendimiento está clara y la conocen los arquitectos de la zona, amén de cualquier arquitecto que se tome un poco más de tiempo que los que están acostumbrados a lidiar diariamente con las especiales características de los materiales empleados en las edificaciones antiguas.

La humedad es el primero de los elementos a tener en cuenta y se suele hacer. Ya ocurrió en las obras de rehabilitación de la Compañía de María, cuando el revestimiento comenzó a ceder a los pocos meses. En ese caso, no obstante, se sabía que iba a ocurrir porque la dirección facultativa de la obra, que pedía picar la fachada y dejarla secar durante todo el verano, se vio obligada a terminar la fachada debido a las obras del tranvía. Luego se solucionó, con cargo a la empresa, como puede verse en la actualidad.

En el castillo San Romualdo, una de las obras más costosas y hasta ahora menos rentables –salvo por su valor patrimonial- para la sociedad de San Fernando. El revoco ha ido cediendo en las zonas donde la humedad es mayor y donde hubiera necesitado de un mayor picado y una limpieza de aquellos materiales dañinos, como la cal, que es habitual en los edificios de San Fernando. Cal que algunas veces llega de otras partes de España pero incluso de Francia, cada una con sus características.

Lo normal es estos casos es que la empresa, que a todas luces no ha hecho bien su trabajo, corra con los gastos no ya de parchear la fachada cada vez que se cae parte del revestimiento que cubre todo el perímetro exterior e interior. Y dicho sea a título informativo, el castillo es feo porque así es la rehabilitación de un edificio que no se sabe cómo era en realidad. No se le puede dar forma a un monumento que no se sabe qué forma tenía originariamente.

Sin embargo, la sorpresa llega después de que la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, haya manifestado a los periodistas que habrá que buscar dinero para ir repasando los desconchones porque todo el mundo sabe que un edificio antiguo necesita un mantenimiento constante. O sea, que la regidora de San Fernando no tiene pensado pedir responsabilidades a la empresa constructora, que ante un edificio de esa importancia ya era consciente de los problemas añadidos que podía acarrear y que es la responsable última de no haber realizado un buen trabajo como puede observarse.

El primero que ha dado la voz de alarma ante esas deficiencias ha sido el partido Plataforma 3R, que ha mostrado su “estupor” la alcaldesa señale que será necesario que el erario público asuma por segunda vez los costes de una “patología edificatoria” como esa en un proyecto que ha sido soportado por varias administraciones públicas y que tiene “una dirección facultativa y la empresa constructora, que tendrán que responder” por la obra.

“Una vez averiguado quién es su responsable y incluso si nos centramos en el tópico de no saber la autoría, pedir responsabilidades solidarias a todos los implicados en la misma. Eso es defender los interés generales, no que se pague recurrentemente por los administrados el mismo servicio”.

Esta formación ha pedido a la alcaldesa que aclare de una vez por todas si esas instalaciones públicas cumplen todas las medidas correctoras que la legislación vigente establece, “esas mismas que usted denunció su ausencia en el mandato anterior”¸ si ya tiene todos los parabienes sectoriales y de todas las administraciones, como Local de Pública Concurrencia y por su carácter Museístico, “dado que sigue sin aparecer en los registros oficiales como tal”  y además que los servicios jurídicos del Ayuntamiento de San Fernando y Diputación, establezcan “petición de responsabilidades de las personas físicas, jurídicas o aseguramientos de los intervinientes, con objeto de adoptar una solución definitiva a ese atropello arquitectónico, ya reparado no se sabe cuántas veces”.

Claro que puede darse otra explicación nada peregrina conociendo el percal, y que es que los trabajos no se hicieran bien porque las prisas por abrirlo antes de las elecciones –de las muchas elecciones que han pasado en diez años de obras- obligaran a la empresa a correr.

Como ocurrió en la Compañía de María cuando las obras del tranvía no permitían que la fachada estuviera bien picada y secándose durante todo el verano. Entonces sí que tendría que pagar el Ayuntamiento. Lo que no quita que haya que buscar también a un responsable. En este caso, político.

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