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‘Money monster’: El medio es el mensaje

Bascula entre el thriller, el drama y la crítica a un capitalismo salvaje y especulativo, con feudo principal en Wall Street..

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En el excelente artículo (“La mujer que dirigió a los directores”), cuya lectura recomiendo, que Mónica Zas Marcos dedica en eldiario.es, a Jodie Foster  -cosecha del 62, actriz y realizadora, firmante de ‘Money Monster’- puede leerse que “la primera regla para trabajar con ella es que todos los personajes femeninos deben ser el motor de la trama”.

Y aún más : “Son mujeres que no necesitan a un hombre que las rescate; mujeres cuya fuerza es inseparable de los muros que han construido alrededor de sí mismas” Hay dos mujeres así en esta película. Son “los motores de la trama”. Una como protagonista y otra como secundaria. Detrás de ambas, dos hombres en las mismas categorías, y aparentemente en primer plano. Entre ellas y ellos, otro varón desesperado que desencadena la acción.

Producción estadounidense de 100 minutos de metraje. Firman su guión Alan DiFiore, Jim Kouf y Jamie Linden, sobre una historia de los dos primeros. La excelente fotografía es de Matthew Libatique. Su no menos ajustada partitura, de Dominic Lewis.

Bascula entre el thriller, el drama y la crítica a un capitalismo salvaje y especulativo, con feudo principal en Wall Street. Desde el púlpito televisivo, un famoso presentador se permite aconsejar inversiones pero… la ruina de un joven en una de ellas, aparentemente una apuesta segura, precipitará consecuencias indeseadas para el protagonista, para su equipo, para los ejecutivos de la empresa y para gran parte de la metrópolis neoyorquina.

Foster maneja con elegancia, buen ritmo, impecable factura, habilidad, inteligencia y excelentes diálogos todos los planos narrativos. Desde los más sutiles a los más obvios. Desde los más intimistas, en los interiores del estudio, hasta los más espectaculares en exteriores. Comercial y más que digna, dirigida a un amplio espectro de público, pero con una clara vocación crítica y de denuncia.

Su mirada se posa, lúcida, irónica y potente, sobre ese turbio y corrupto microcosmos mediático y financiero, en el que se adora al becerro de oro y que no asume ninguna consecuencia. Hasta que la desesperación de quien lo ha perdido todo hace tambalearse sus cimientos. Pero es lo suficientemente honesta para mostrar la parte de responsabilidad de la víctima en su propia ruina.

Los caracteres femeninos son los ejes de la acción. Tienen una importancia fundamental en el relato. Más inteligentes, eficaces y brillantes que sus homólogos masculinos, que son vistos a través de sus ojos con todas sus contradicciones y miserias. Resolutivas, ingeniosas y audaces, especialmente en el caso del personaje que borda Julia Roberts, todo un regalo. Como el menor, aunque clave, de Caitriona Balfe. En cuanto a los chicos, también Clooney, Jack O’Connell y Dominic West funcionan perfectamente.

Puestas así las cosas, yo que ustedes no me la perdería.

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