El barrio malagueño recuerda a Miguel Ángel como un hombre “posesivo y celoso”. “Controlaba mucho las salidas a la calle de Estefanía; no la dejaba ir sola a ningún sitio”, comentaban ayer los vecinos de La Luz acerca del acusado de asesinar a su expareja y a su hijo de cinco años.
Amigas de la víctima subrayaban ayer el “miedo” que tenía la fallecida, que estaba “amenazaba”, porque “solo la quería para él”.
La pareja había roto dos meses antes del fatídico día, un tiempo en el que parece ser que “la situación de crisis se agudizó”, precisaba la fiscal en su escrito con el que el acusado se mostró de acuerdo. Tras dejar de convivir, el presunto asesino mostró “su intención de acabar con la vida de ella”. De hecho, ocho días antes le dijo a un amigo en un mensaje que la expareja “se libra” por el niño, que sino “la mato”.
Esta tortuosa relación sentimental duró unos siete años. Se remonta al año 2006 y durante todo tiempo, hubo varias rupturas y reconciliaciones y una “dependencia afectiva” de su pareja, sobre la que dice el fiscal, ejercía “control y acoso telefónico, coartando su libertad de decisión y movilidad”.
La acusación pública sostiene que el 22 de septiembre, por la noche, en virtud de un “plan preconcebido”, el procesado fue a la casa donde residía la mujer con el niño y se inició una discusión. "Con el decidido e inequívoco afán de terminar con su vida”, dice la Fiscalía, en un descuido le produjo a la víctima “por sorpresa” una herida con arma blanca en la zona cervical, que era “vital”.
Pequeño
Tras conseguir derribarla, le causó la muerte por asfixia, según los forenses. El niño fue sorprendido por el padre que, “con el mismo afán” y ante los gritos del pequeño, le obstruyó los orificios respiratorios con la mano, ocasionándole la muerte. Tras esto, puso en la cama a las dos víctimas y se recostó. Horas después, el padre de ella, al no saber nada, fue a la casa y vio la escena.
Actualmente, el piso donde se produjo este doble crimen, en el corazón del barrio La Luz, está cerrado a cal y canto. Las persianas echadas anticipan de la desolación existente en su interior. “Es imposible que alguien quiera vivir ahí con todo lo que sucedió tras esas paredes. Quién va a comprarlo o alquilarlo; ese piso está marcado de por vida”, señalaba la gente del barrio.
Placa conmemorativa
“Estefanía y Aarón, siempre estaréis en nuestro barrio”. Estas son las palabras que conforman el sentido homenaje de los vecinos de La Luz y que protagoniza una placa conmemorativa ubicada en un parque muy cercano a la vivienda en que se produjo el fatal desenlace.
Algunos vecinos narran que el pasado domingo los padres de Estefanía visitaron este sitio para el recuerdo y limpiaron con mimo la estructura arquitectónica, que se ha convertido en su lugar de peregrinación en que tratan de encontrar algo de paz ante tanto sufrimiento.
Totalmente abatidos y desolados por tan irreparables pérdidas, apenas salen de su casa en la barriada de Barceló, justo al lado donde su hija y su nieto fueron cruelmente asesinados.
Nuria Gámez y Javier Ramos contaron que cada Semana Santa, desde el fallecimiento, los hermanos de la cofradía de Nuevo San Andrés, que procesionan a el Cristo de La Luz y María Santísima del Mar, rinde un “pequeño” homenaje a los fallecidos delante del balcón de los progenitores en el barrio de Barceló, un lugar en el que “nunca hay nadie”, “ni siquiera una luz de noche. Todo es oscuridad; sólo un ramo de flores en recuerdo a su hija y su nieto”. Silencio y dolor son sus acompañantes.
Y es que los familiares están viviendo una auténtica pesadilla. Ahora sólo queda honrar su memoria y que la justicia haga su trabajo y se cumpla.