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“El teatro es libertad, doble sentido, hay que llevarlo al extremo”

Entrevista con Noemí Cerredo, presidenta de la Asociación Cultural Entretelas Teatro

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  • Noemí Cerredo. -

Habíamos quedado en el local de “Entretelas teatro”, en la cuesta de Belén, pero cuando subíamos nos llamó el olor del café y decidimos entrar en el restaurante “Babel”, al comienzo de la Corredera. Las mesas están vacías esperando a los clientes nocturnos y nos sentamos, sin ruidos, en una mesa para dos. Infusión y descafeinado de máquina solo. Noemí Cerredo sabe que sus compañeros la esperan para recoger entradas para las funciones de este fin de semana. Las localidades están agotadas y andan raspando por aquí y por allí para cumplir compromisos o espectadores de última hora. Se la ve feliz en la agitación y para no perder tiempo comenzamos a hablar:

¿Desde cuando eres Presidenta de “Entretelas teatro”?
—Llevo algo más de un mes. Nuestra anterior Presidenta, María Dolores Méndez pensaba que ya su etapa al frente del grupo había terminado y los demás componentes me eligieron.

¿Cómo calificar la labor de Presidenta de María Dolores Méndez, por otra parte una estupenda actriz?
—La labor de María Dolores ha sido magnífica como Presidenta, además de que, como dices, es una gran actriz. Yo he aprendido mucho de ella. Como Presidenta saliente nos ha dejado toda la programación de este curso y nosotros, por supuesto, vamos a respetar esa programación. Por otra parte, queremos ampliarla, con talleres de niños de entre siete a diez u once años, con objeto de que luego, cuando sea algo más grandes, pasen a Salvador Pérez Salas. También tenemos en proyecto hacer teatro radiofónico, y a petición del Colegio “Juan Apresa” vamos a escenificar un relato, que luego queremos ofrecer a otros colegios.

Qué bueno. Teatro radiofónico, como el que oíamos en las radios de nuestra infancia. ¿Y qué van a representar?
—No sabemos aún, pero vamos, alguna obra clásica. O quizás “Diez sacos de trigo”, si es que su autor, Salvador, nos da autorización.

Por supuesto que os la da. Conociéndolo como lo conocemos seguro que sí. Otra cosa: ¿Cuántas personas formáis el grupo?
—De mayores somos unos treinta, entre actores y colaboradores, entre iluminadores, sonido, vestuario, etcétera. Los jóvenes son unos quince, dirigidos por Salvador. Precisamente ahora Salvador ha escrito para ellos una obra, “Quiéreme menos”, que en principio iba a representarse en abril, pero dado que los chavales tienes ocupaciones estudiantiles, se va a posponer a junio o julio. “Quiéreme mucho” es un drama en el que Salvador está muy involucrado.

¿Dónde estás más cómoda: sobre las tablas, interpretando, o presidiendo un grupo tan activo como “Entretelas”?
—Sin dudarlo, arriba, en el escenario. Una se enamora del personaje desde que recibe el guión: intenta ponerle vida, imaginarse cómo ha sido su vida, cómo camina, cómo reacciona. Eso es imprescindible para que en el escenario brote el personaje y no la actriz, para que arriba sea Mercedes (por utilizar a la Mercedes de “Ladridos de perro”) y no Noemí Cerredo. Es muy bonito ser actriz porque, al menos para mi, es una liberación. Hay cosas que no se pueden hacer en la vida real, pero que el teatro te las permite. También te da tristezas, porque cuando termina la obra los personajes quedan en una especie de olvido doloroso.

¿Cómo se encara una representación? O sea, ¿cómo se sale al escenario?
—Uf. Antes de salir a escena todos son nervios. Pero te digo una cosa: cuando yo deje de sentir esos nervios, esa presión que al mismo tiempo es dolorosa y agradable, dejaré de actuar. Ese estado es el que te da la vida y el que te hace adueñarte de la escena. Cuando yo salgo y digo las primeras palabras me sereno y ya soy la dueña. La dueña de ese personaje que al mismo tiempo me suprime y me libera.

¿En qué obra se ha sentido más a gusto?
—Verás. Yo la primera que interpreté fue “Doña Rosita la soltera”, de Lorca. Antes había hecho algún monólogo, pero con Doña Rosita fue donde debuté. Me marcó mucho. Tengo una grabación donde mi personaje llora sobre el escenario y donde se ve a mi padre, debajo, en lo que podíamos llamar la vida real, llorando también.

Y ahora, recordándolo, Noemí llora también, así que son tres llantos distintos: el del personaje de Doña Rosita, el del padre de la actriz y el de la actriz ahora, recordando. Son los misterios del teatro, ¿no?
—Así es. También me gustó mucho interpretar a Clara Campoamor. Y por supuesto La Molinera. Además, Salvador era El Corregidor, así que mejor todavía.

¿Cuáles son sus actrices preferidas?
—A mi, de las de mi grupo, me impresiona María Dolores Méndez, que transmite mucho sobre el escenario. Y luego de otros ámbitos hay muchas actrices. Y actores, claro. Me gustan muchos.

Y de cine qué. ¿Algún proyecto?
—El cine. Muy posiblemente salga un proyecto de cortometraje sobre la Memoria Histórica. Tengo muchas ganas. También va a ayudarme Salvador Pérez Salas. El cine es otra cosa, ya sabes: en el cine se puede cortar y volver a grabar, pero el teatro es en vivo, en directo irrecuperable. Pero ya te digo que tengo muchas ganas de embarcarme en esa grabación sobre la Memoria Histórica.

Hablas constantemente de Salvador. Se ve que lo aprecias.
—En general con todos los compañeros se crean unos vínculos muy fuertes, muy sanos. Pero es que Salvador es la esencia de “Entretelas”. A mí me ha marcado como persona. Somos muy amigos. Además, en “Entretelas” él se está formando como dramaturgo.

¿Sois conscientes en “Entretelas” de que estáis revitalizando el teatro en Arcos?
—Eso es muy bonito. Hay personas que nunca habían ido al teatro y gracias a nosotros lo está haciendo. Es muy enriquecedor. La gente disfruta porque nos ve cercanos. Todo lo contrario al cine, tan grande por otros motivos, pero que siempre es algo lejano.

Hace poco se estrenó en nuestro “Olivares Veas” una obra teatral, “Estrella sublime”, que creó cierto revuelo por el tratamiento que se dio a la Virgen María. ¿Hasta dónde crees que puede llegar la libertad de expresión?
—Vamos a ver. Yo vi la obra y no vi nada ofensivo. El teatro es libertad, doble sentido, y hay que llevarlo al extremo. El teatro es denuncia, humor, ironía, crítica. El teatro es libertad. Soy una mujer que me gusta mucho la Semana Santa y no vi nada que pudiera ofender a todos los creyentes.

¿A quién tienes ganas de interpretar?
—Me impresionó la representación de Juana la Loca que hemos podido ver en Arcos hace poco. Me gustaría interpretar ese monólogo.

¿Es muy importante el director en una representación?
—Y tanto que sí. Alfonso Oñate ha dirigido esta obra que ahora estamos representando, “Muerto de alquiler”. Él lo ve de una forma, Salvador de otra y los actores de otra, pero esto, lejos de ser un problema, es enriquecedor, porque aúna los puntos de vista.

Noemí se explica con mucha pasión. Se emociona hablando de sus compañeros, de los personajes. Le digo que ya no hay entradas para “Muerto de alquiler”, que representan este viernes y sábado, y sonríe feliz. Sabe que están haciendo historia, la historia del teatro en Arcos. Antes de irnos saca de su bolso un ejemplar de mi novela “Los relojes nublados” y me pide que se lo dedique. Le escribo algo así: “Para Noemí Cerredo”, con mi admiración por formar parte de este gran teatro del mundo”. Y ahora pienso que me quedé corto...

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