Se salvó del fuego por estar oculta en una casa de la calle Orfila, y antes estuvo en las calles Méndez Núñez, Lepanto y Escoberos. Esta es la historia olvidada de unos hechos que pudieron cambiar la historia de la Hermandad de la Macarena y que, en síntesis, al recordarlos ahora ponen en la picota la infame ley mal llamada de la Memoria Histórica, cuando en realidad es la ley de la venganza del Frente Popular que perdió la guerra de 1936-1939. Una ley que el Partido Popular no tuvo el valor de derogar cuando logró en 2011 la mayoría absoluta. La historia dirá la última palabra… Por ahora, los elementos de la calle Orfila, permanecen olvidados.
La Junta de Gobierno de la Macarena no dudó en buscar refugio para la imagen de la Esperanza Macarena, fuera del templo. Antes se proyectó un sótano en la iglesia de San Gil y una caja de hierro para guardar la imagen macarena, pero se rechazó el proyecto por no garantizar la seguridad deseada.
En los días de crisis más violentas, la Junta de Gobierno decidió ocultar la imagen de Nuestra Señora en lugares seguros y secretos, sólo conocidos por pocas personas. La Macarena estuvo oculta en los domicilios de Francisco Pareja Muñoz, en la calle Méndez Núñez, y de Manuel Gamero Díaz, en la calle Lepanto, tan vinculados a la Hermandad.
La Macarena durmió dos noches de miedo en un corral de vecinos de la calle Escoberos. En pleno Moscú sevillano, rodeada de algaradas, de angustias macarenas por la seguridad de su Virgen. ¿Sería posible que la Santísima Virgen, la Madre de Jesucristo, reposara entre sábanas blancas sobre un humilde lecho de obrera macarena? ¿Hay imagen alguna en la historia cofrade que fuese escogida como símbolo de la persecución y, al mismo tiempo, como testimonio de humildad en un corral de vecinos? Pongamos en nuestra mente la figura de la Virgen. No la vamos a ver con su espléndida corona, ni con su manto, ni rodeada de luces. La vamos a ver semioculta entre sábanas blancas de un lecho humilde, en la semioscuridad de una pequeña habitación de corral de vecinos, mientras Victoria Sánchez, la limpiadora del templo, la mira, la custodia, duerme en el suelo junto a la cama, siente su corazón palpitar de emoción, de miedo, y también de alegría por saberla segura.
Días antes del triunfo del Frente Popular, temiendo lo peor, la Junta de Gobierno acordó que sólo tres personas conocieran el lugar secreto donde quedaría custodiada la venerada imagen. Deseaban evitar el más mínimo riesgo. Estas personas fueron el hermano mayor, José Ruiz Ternero; el mayordomo, Domingo de la Torre y el hermano Antonio Román Villa. Durante la madrugada del día 12 de febrero, en una furgoneta del Banco Español de Crédito, conducida por el señor Ruiz Ternero, se trasladó la imagen a su nuevo refugio secreto. Dentro de la furgoneta, cuidando de la caja de madera donde se trasladó la imagen, fue el señor De la Torre, mientras que el señor Román Villa esperaba en el lugar escogido para refugiarla, que era su propio domicilio en la calle Orfila, número 6, donde tenía además instalada su Clínica Veterinaria. De allí sólo saldría y siempre en horas de madrugada y en el mayor secreto, para el Septenario y la salida procesional. Concretamente, la Macarena volvió a San Gil el día 15 de marzo y regresó a su refugio el día 23 del mismo mes, una vez celebrados los cultos cuaresmales. Luego, volvería el día 5 de abril, Domingo de Ramos, para regresar a la calle Orfila el Sábado de Gloria, día 11. Mientras tanto, el lugar de la imagen en el templo era ocupado por un gran cuadro de Nuestra Señora.
Por su puesto, durante el tiempo eventual que la Virgen estuvo en San Gil, grupos de hermanos hicieron guardias nocturnas y diurnas para evitar riesgos de atentados. Hay que añadir, que así como en las anteriores ocasiones en que la Macarena fue escondida, pasado algún tiempo se conocieron los lugares, con riesgos para los propietarios de los domicilios, en esta última ocasión el secreto fue total.
Nadie, absolutamente nadie, pudo saber de labios de las tres personas dueñas del secreto, el lugar donde la Macarena estaba refugiada. Un lugar que desde 1936 hasta hace unos quince años, mantuvo una placa conmemorativa, un crucifijo y un reclinatorio en la habitación que custodió a la Esperanza Macarena. Hoy, estos elementos están desaparecidos.