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Familiares de Mónica Carrión coinciden en el carácter "celoso y posesivo" de su presunto asesino

"Yo no me creía nada de eso, porque ellos eran amigos desde niños, y cuando nos dijeron que Mónica había muerto, me fui hacia Javier a pegarle golpes, porque algo me decía, el instinto de madre, que había sido él", ha explicado la madre

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Familiares de Mónica Carrión, la joven de 18 años de Otura (Granada) que murió el pasado 19 de julio de 2011 tras presuntamente recibir una brutal paliza de su novio, han coincidido en el carácter "posesivo" y celoso de éste, que está siendo enjuiciado por un jurado en la Audiencia Provincial de Granada y que se enfrenta a una condena de hasta 25 años de prisión.

   En la segunda sesión del juicio, los padres de la joven, Manuel y Mónica, han coincidido en que su hija era una "niña alegre" antes de iniciar la relación con Javier B.R., conocido por el alias 'El murciano', y que luego dejó de verse con sus amigas, y cambió de carácter. Además, la madre ha explicado ante el tribunal que tan sólo una semana antes de lo ocurrido Mónica llegó a su casa con la ropa rota y sucia, y se subió a su habitación a ducharse diciendo que había discutido con Javier. A continuación, se presentó el novio en su casa, que le señaló que él la había llegado a encerrar y que quería hablar con ella, pero la madre le prohibió que la viera y la entrada a su casa.

   Ya el 19 de julio, la madre escuchó que el móvil de Mónica sonaba varias veces y que luego su hija llamó al que parecía ser Javier y le reprochó que siguiera "con lo mismo", colgándole a continuación muy enfadada. Después, sobre las 16,45 horas, se marchó de casa, dirigiéndose a la autoescuela, donde daba clases para sacarse el carné de conducir de 17,00 a 19,00 horas.

   La próxima noticia de Mónica la tuvieron sobre las 22,45 horas, cuando el padre recibió una llamada de Javier, que les informó de que los dos habían sido víctimas del asalto de un grupo de personas, y que Mónica "estaba muy mal" en el Hospital Clínico de Granada. Una vez allí, el novio, que sólo presentaba una pequeña lesión en la sien, según los padres, cambió la versión y les dijo que habían querido violar a Mónica varios hombres, entre los que se encontraba un amigo de la infancia de ella, de quien al parecer Javier tenía muchos celos.

   "Yo no me creía nada de eso, porque ellos eran amigos desde niños, y cuando nos dijeron que Mónica había muerto, me fui hacia Javier a pegarle golpes, porque algo me decía, el instinto de madre, que había sido él", ha explicado la madre.

   Las tías de la joven fallecida han relatado que Mónica tenía intención de cortar la relación y que les había pedido que no contaran nada de sus discusiones y de sus incidentes con Javier ni a su padre ni a su abuelo, lo que ellas respetaron. Una de las tías ha indicado que Mónica le contó que el novio le quitaba el móvil y la llevaba a veces a un descampado, donde la dejaba encerrada en el coche "hasta que le pidiera perdón o hasta que él quisiera".

   Además, las tías han coincidido en que el acusado no presentaba mancha alguna en la ropa que llevaba cuando lo vieron en el hospital aquella noche y que estaba "muy nervioso". "Tenía algunos arañazos en los brazos, y los nudillos muy rojos, pero nada más", ha señalado la familiar de Mónica.

   Asimismo, ha declarado en la sesión de este martes el que fuera propietario del gimnasio al que solía ir Javier, que, en contra de lo que él mismo aseguró este lunes, practicaba artes marciales como kick-boxing o full contact, y que recibió clases por un periodo de unos cinco o seis meses. Su nivel, según ha dicho el testigo, estaba "por encima de la media", y su actitud había motivado las quejas de varios de los usuarios del gimnasio y sus compañeros en la práctica de estas técnicas ya que se excedía y a veces "no respetaba las normas", en lo que a golpes prohibidos se refería.

   El que en esa fecha era jefe del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil ha afirmado que el inculpado llegó a declarar en un primer momento como testigo, teniendo en cuenta que aseguraba que tanto su novia como él habían sido víctimas de un asalto, pero que luego, y teniendo en cuenta su propia declaración y sus "contradicciones", su condición legal pasó a la de imputado.

   No presentaba signos de haber bebido o haber ingerido drogas, demostraba un "estado de tranquilidad y de frialdad" y no fue "colaborador" para que se recabaran las pruebas de lo sucedido en el descampado donde supuestamente ocurrieron los hechos. Por los testimonios recabados durante la investigación, el responsable del Instituto Armado ha señalado que llegó a la conclusión de que el procesado era "autoritario, celópata y machista recalcitrante" y que mantenía una relación ya "viciada", que ha definido que responde al perfil típico de un "maltratador habitual".

   El juicio continuará este miércoles con el testimonio de los médicos que atendieron en primer lugar a la víctima en el Hospital Clínico y los peritos forenses que le practicaron la autopsia, que reveló más de 200 lesiones en el cuerpo de Mónica. Está previsto que el juicio quede visto para veredicto entre el jueves y el viernes.

   El acusado manifestó en la primera sesión del juicio que ella se "autolesionó" aunque admitió que le propinó varios golpes, sin especificar cuántos, apuntando que la agresión fue mutua, y que no fue consciente de la gravedad de las heridas que su pareja presentaba hasta que llegó casi sin respiración al Hospital Clínico de Granada.

ACUSACIÓN DE LA FISCALÍA

   Además de la pena de cárcel, el Ministerio Público solicita para el acusado el pago de indemnizaciones de 252.000 euros para sus familiares, mientras que la familia de la joven, personada en el caso como acusación particular, pide una pena similar para el presunto asesino, de 23 años de prisión por el mismo delito, y con las agravantes de parentesco, alevosía y ensañamiento, teniendo en cuenta que el informe forense desveló que sufrió más de 200 lesiones, e indemnizaciones de 190.000 euros para los padres y los hermanos de la fallecida y una orden de alejamiento por un periodo de 33 años.

   La defensa, por su parte, sostiene que el inculpado actuó bajo los efectos de las drogas y del alcohol, movido por el "arrebato y la obcecación", que le llevó a pensar que los dos habían sido víctimas de una banda armada, y que intentó auxiliar a la joven llevándola al hospital cuando se percató de que estaba grave, por lo que solicita que se le imponga una condena de cinco años de prisión por un delito de homicidio con la concurrencia de esas tres circunstancias atenuantes.

   Según el fiscal, la tarde del martes día 19 de julio de 2011, pasadas las 16,00 horas, y después de que el inculpado terminara su jornada laboral como camarero en el bar 'Cubo', propiedad del padre de Mónica, se dirigió a bordo de un coche hacia la casa de su novia con la finalidad de trasladarla a la autoescuela, donde estaba recibiendo clases. Se la encontró a mitad de camino, y ella se subió al coche, con el que ambos se desplazaron hacia las inmediaciones un campo de golf donde permanecieron el resto de la tarde. Llegada la noche, siendo aproximadamente las 21,00 horas, decidieron retornar, y accedieron a una zona despoblada.

   Una vez allí y dentro del coche, el joven y su novia comenzaron una discusión, en el transcurso de la cual, el inculpado, "actuando guiado por un claro y manifiesto propósito de acabar con la vida de Mónica, y valiéndose de sus conocimientos derivados de la práctica de artes marciales, comenzó a golpearla en la cabeza y en la cara, arañándola por el cuerpo, para acto seguido, estando Mónica fuera del coche, valerse de algún objeto contundente para "golpearla nuevamente" y darle aún más puñetazos. Provocó de esta forma que Mónica se desplomase en el suelo donde, pese a observar que le costaba mantener la respiración, el novio la dejó tumbada, y retornó al coche, desde donde escuchaba cómo la chica, "agonizante", le decía "te quiero, te quiero mucho". Transcurridos unos minutos, la subió en la parte trasera del mismo y la trasladó hacia el Hospital Clínico de la capital granadina, donde llegó a fallecer a los escasos minutos de ingresar.

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