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La trilogía del Martes Santo precipitó su retorno al templo franciscano

La hermandad de San Antonio se arriesgó pese a las previsiones de lluvia, pero aprovechó un par de horas benevolentes para mostrarse ante todo Arcos

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  • María Santísima de la Paz. -

El tiempo deslució pero no impidió que el largo cortejo del Martes Santo arcense hiciera acto de presencia en las calles. Pasadas las siete de la tarde, la cruz de guía anunciaría el inicio del desfile con la salida, en primer lugar, del paso de San Antonio, el cual se presentó exornado con rosas blancas. Además, el paso también lució cuatro faroles nuevos.


Antes, la hermandad dirigida por la hermana mayor Rosa María Roldán no dejaría de sopesar una salida incierta. La cofradía sabía que la noche traía agua, pero quiso aventurarse a mostrar su trabajo al pueblo de Arcos, congregado fervorosamente en el atrio de la parroquia de San Francisco.


Dentro de la parroquia, con independencia de las continuas consultas meteorológicas, los numerosos hermanos de fila -muchos de ellos niños- rezaron junto al párroco Antonio Castillo y se organizaron como si la lluvia y los pronósticos les fueran ajenos. 


El que ha sido hasta ahora capataz del palio de María Santísima de la Paz, Andrés Benítez García, realizaría la primera y simbólica primera levantá del palio, un feliz reencuentro con sus excompañeros costaleros y camaradas de hermandad, además de otro agradecido reconocimiento de la cofradía a su persona después del homenaje que le regaló hace unas semanas con motivo de los cultos. 


En el desfile volvió a llamar la atención el juego visual y el dinamismo que aporta la centuria de armaos que dirige Agustín Pajuelo, la cual está tan bien coordinada que apenas necesita ensayos para desempeñar su papel. El grupo, ciertamente, está consolidado gracias en gran medida a la amistad que une a sus componentes. Los armaos precedieron la salida del paso del Señor Atado a la Columna, que inmortaliza el duro momento del martirio de Cristo de manos de dos sayones que no paran de azotarle. La escena se producía sobre un friso de claveles morados.


El imponente palio de María Santísima se recreó en la salida, más, tal vez, de lo que el público hubiera esperado, pero más vale tarde que nunca, que dice el dicho. Fue una imagen impecable, de un blanco inmaculado que este año contrastó con el oscuro morado del manto bordado que lució la Virgen de la Paz, radiante de belleza y rodeada de orquídeas. El palio también estrenaría el primer tramo de una nueva candelería, así como un conjunto de ánforas.


Con la luz de la tarde ya ida, María Santísima mostró su candelería encendida, que poco después apagaría los designios del tiempo. El palio lució, además, las velas con el escudo de la hermandad y un crespón negro en recuerdo de los hermanos fallecidos el último año. Los tres pasos se hicieron acompañar de un importante número de hermanos de fila, donde un año más destacaron los niños, tanto vestidos de blanco con la Virgen de la Paz, como con los colores azul y blanco distintivos del Atado a la Columna y San Antonio. El acompañamiento musical corrió a cargo de la ya asidua Agrupación Musical de Nuestra Señora de la Soledad, de Paterna, y de la Banda Municipal de Música Vicente Gómez Zarzuela.


Cuando la Virgen llegó a calle Gomeles, la procesión tiró por Romero Gago para retornar al templo ante la persistencia de la lluvia, si bien los pasos de San Antonio y el Señor Atado a la Columna hicieron lo propio al bajar de la calle Alta, para tomar por Peña Picada y calle San Francisco dirección a la parroquia. La corta velada terminó con un momento de convivencia entre hermanos, junta de Gobierno y costaleros.

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