Esta mañana se ha conocido la decisión del arzobispado hispalense acerca de la dimisión presentada por el presidente del Consejo de Hermandades, Adolfo Arenas. Ésta ha sido aceptada por el Arzbispo de Sevilla, Juan José Asenjo. Por lo tanto, como anunciaba Arenas, su decisión de marcharse era irrevocable. El hasta ahora vicepresidente del Consejo, Carlos Bourrellier, se pone al frente de la institución según declara el comunicado emitido por el arzobispado.
La elección del pregonero de la Semana Santa parece ser que ha terminado por derribar los inexpugnables muros de la calle San Gregorio. En la sede del Consejo de Hermandades se vivieron momentos de auténtica tensión cuando el elegido era Francisco Javier Segura. Una decisión democráticamente correcta, pero insensata para tres delegados penitenciales. Los mismos que han provocado, una vez más, una guerrilla que ha deparado en la dimisión del presidente Adolfo Arenas.
Recientemente, desde el arzobispado se dejaba entrever que las decisiones del Consejo no podían estar en boca de todos antes incluso de consensuarlas en la propia Junta Superior. Tales motivos han derivado en un cese para el propio Adolfo “irrevocable”, que no veía solución. Una postura que la propia Junta Superior no aceptó cuando Arenas la expuso sobre la mesa. Por tal razón, el presidente derivó el pasado lunes su dictamen a manos de Palacio, para que fuera el propio Arzobispo, Juan José Asenjo, junto al Delegado Diocesano de Hermandades, Manuel Soria, los que tomaran una determinación al respecto. Resolución que hoy se ha conocido.
Aún así, habrá que esperar acontecimientos y comprobar si los cargos generales del actual Consejo, entre otros el del propio Carlos Bourrellier, asumen este nuevo rol, o en cambio siguen los pasos del que ha sido su presidente hasta la fecha y dejan definitivamente en manos de Palacio el poder de la institución.