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Las babuchas de Cádiz están como para chuparse los dedos

Los gerentes del establecimiento gaditano La Antigua, que triunfan con este novedoso pintxo, están pensando en crear una Babuchada popular y un premio Babuchazo para agrupaciones carnavalescas.

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  • Los hosteleros de La Antigua dándose un 'babuchazo' -

La babucha, aunque se entiende en Cádiz como la zapatilla de andar por casa, es definida por el diccionario de la RAE como aquel "zapato ligero y sin tacón, usado principalmente por los moros". En la actualidad y gracias al ingenio de unos hosteleros gaditanos, la babucha en Cádiz se come y lo que evocaba hasta ahora la palabra en cuestión deja de tener sentido, pues esta tapa de reciente creación y que está causando furor entre la clientela, despierta los sentidos, nunca mejor dicho. No solo huele bien, sino que sabe mejor y a la vista es tan apetecible como el pan que le sirve de base.

Para dar con el lugar de nacimiento de la babucha comestible basta con pasear por la gaditana calle Libertad y, circundando el Mercado Central, se encuentra la Taberna La Antigua, en un local que antes fuera el almacén de la costurera carnavalera Pepi Mayo y, antes de ello, un depósito de sal. Allí, José Luis Orellana, David Álvarez y Antonio Rodríguez, socios del establecimiento hostelero, esperan a los clientes para darles el mejor 'babuchazo' de sus vidas.

Nacida gracias a un error
Antonio Rodríguez explica a este medio que "la babucha nace tras noches de insomnio por problemas laborales y pensando en qué podría ofrecer a los clientes que no ofreciese nadie. Y un día, preparándole un montadito a mi niña, corté mal el pan y se quedó la pieza con forma de babucha. Así que empecé a darle forma a la idea en cuanto llegué a la taberna al día siguiente y así hasta hoy".

Presentación de la babucha
Y el invento de este hostelero gaditano ha dado sus frutos debido en parte a su sencillez y en parte a que la expresión babucha que hasta ahora en Cádiz tenía un sentido jocoso ha pasado a ser un placer para el paladar. El secreto es que no tiene secretos, ya que tras cortar tres cuartas partes de la parte superior de una pulga de pan se tiene el recipiente que soporta los ingredientes que tendrá la futura babucha.

Las variedades de este pintxo ofrecidas por La Antigua son diversas pero todas tienen en común su nomenclatura monárquica. Así, las hay de Felipe II, de pisto y huevo duro; de Enrique VIII, a base de atún en escabeche y salmorejo; de los Borgia, con ensaladilla de pulpo; de Urdangarín, con chorizo picante; de la Infanta Elena, de tortilla; de Carlos V, con morcilla y cebolla caramelizada; el de los Borbón, con cóctel de ahumados y el de Isabel II, con tomate y queso de cabra.

José Luis Orellana, otro de los gerentes de la Taberna recuerda asimismo que "existe la babucha La Antigua, elaborado con tres quesos y anchoas y el personalizado, ya que admitimos sugerencias y todo cliente que lo desee puede solicitarnos la babucha con los ingredientes que quiera y si también lo desea, la bautizamos con su nombre".

No solo babuchas
La Antigua no solo ofrece el novedoso pintxo, naturalmente. Una amplia selección de conservas, chacinas, quesos, jamón y guisos acompañan a la babucha en la carta del local de la calle Libertad.

Decoración antigua
La taberna consta de tras partes bien diferenciadas. Una primera es la terraza de su exterior con barriles a modo de mesas con taburetes y parasoles. La segunda es la zona de barra de paredes listadas en blanco y rojo y envejecidas deliberadamente y donde destacan reproducciones de obras de Velázquez y la tercera, el rincón coqueto del establecimiento, representa el salón de una tienda de antigüedades, con relojes, sillones, mesas, cuadros y espejos obtenidos de anticuarios y rastros.

'Babuchada popular' y premio 'Babuchazo'
Orellana y Rodríguez, satisfechos con la aceptación que está teniendo su plato estrella, tienen ideas para promocionarlo y que La Antigua sea un lugar de referencia entre los lugares del tapeo gaditano. Así, afirman que "tenemos en mente, aunque tenemos que desarrollar las ideas y madurarlas, hacer una babuchada popular en Carnaval y si se puede, instituir el premio babuchazo para aquella agrupación que todo el mundo esperaba con expectación y que luego resultara no ser tan buena como prometía". Orellana remata la idea del premio carnavalero que podría ofrecer su establecimiento afirmando, entre risas, que "naturalmente el babuchazo sería una pieza grande, tipo manolete y relleno de chopped o de mortadela".

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