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Campo de Gibraltar

Hola, he vuelto

Del actual alcalde sólo sabía que mi vecina tenía una muñeca encima del televisor que se fabricó en Muñecas Marín.

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Que haga tiempo que no nos veamos por estos espacios de papel -y ahora virtuales, que entonces el internet estaba en pañales- no quiere decir que no nos conozcamos algunos de los que todavía están en la política o en cargos públicos, con lo que tenemos la ventaja de saber con los bueyes que aramos cada uno.

Y es que el tiempo pasa pero no los recuerdos, los buenos y los malos, y cuando servidor trabajaba y dirigía el reconvertido Chiclana Información toda era mucho más simple políticamente hablando, porque sólo había una mayoría absoluta y una oposición cabreada, que es lo normal cuando no pasa lo que pasó desde 2007 hacia acá.

Yo recuerdo que entonces los alcaldes socialistas heredaban el cargo, como los reyes, y después de conocer a Pepe Mier, destacado defensor del metropolitanismo que los políticos siguen sin ser capaces de construir porque siempre van 50 años por detrás de los ciudadanos -que no construyen nadan, simplemente usan las cosas-, conocí a Chiqui Jiménez Barrios, que allá por 1995 recogió el testigo de Pepe hasta que le tocó dejárselo a José María Román, su segundo, el Chefi.

Por entonces, del actual alcalde -al que no tengo el gusto de conocer pero terminaremos conociéndonos y espero que sea para bien- sólo sabía que mi vecina tenía una muñeca encima del televisor que se fabricó en Muñecas Marín, y por contra, estaba al frente del Partido Popular mi amigo Sebastián Ruiz, al que le llovieron palos desde su propio grupo municipal cuando se le ocurrió pedir a sus concejales lealtad por escrito en una de las más sonadas crisis políticas de mi estancia en la ciudad, quitando, claro está, la de los andalucistas de Pacheco y los de Ortega que siempre estaban a la gresca.

Eran los tiempos en los que comenzaba un movimiento populista que en El Puerto de Santa María dio buen resultado con el nombre de IP -por los juzgados andan algunos- pero que en Chiclana no funcionó, entre otras cosas porque como los calificó un concejal de Izquierda Unida, eran “desechos de tientas”, rebotados de otros partidos que una vez probadas las mieles se habían quedado pillados.

Y conocí y conozco a un dirigente vecinal que terminó siendo concejal con delegación, gracias al pacto a la griega -o más que pacto a la griega, bacanal política- que salió de las elecciones de 2007. Y otros muchos recuerdos que se me irán ocurriendo, que trece años no son nada y lo mismo tenemos otros trece para reverdecer ese amor nunca reconocido entre políticos y periodistas.

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