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La fórmula secreta

Animar está bien, pero dice el gran Emilio Duró que no hay nada peor que un tonto con iniciativa

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Animar está bien, pero dice el gran Emilio Duró que no hay nada peor que un tonto con iniciativa. Es fácil encontrar noticias que celebran el éxito de actividades que han permitido a los participantes conocer la “fórmula secreta” del éxito empresarial.

Parece que consideran que la gestión de empresas no es ciencia ni práctica, sino alquimia, y se puede deducir que no merece la pena estudiar una carrera de varios años, ni hacer un máster en administración de empresas, porque con una actividad de un rato ya se adquiere el conocimiento necesario, los secretos, las claves para conseguir el éxito. Animo a estos grandes formadores a que planteen formaciones de cuatro ratos para conocer la “fórmula secreta” para operar y hacer cirugías con éxito, para curar enfermedades, para construir puentes, barcos y aviones, y para crear las empresas necesarias para promover el cambio de modelo productivo que necesitamos. No podemos entretener a la gente estudiando años, cuando hay quienes conocen los secretos del éxito empresarial y los pueden transmitir en pocos minutos.

Paren de vender humo y de promocionar chiringuitos, usando a quienes acuden con la intención de aprender. Evidentemente, hay de todo en la viña del Señor, y hay honrosas excepciones, pero ya está bien de vender éxito sin esfuerzo, sin conocimiento y sin escrúpulos. Se está animando a muchas personas a emprender, a arriesgar su dinero (el de sus familias, y el que no tienen), su tiempo, ilusión y esfuerzo, diciéndoles que es fácil, que con varias ideas generales van a convertirse no solo en emprendedores o empresarios, sino en CEOs & Founders de startups de éxito. Fotos en eventos y en redes sociales pueden acabar por completar el efecto placebo. 

Cuánto dinero se invierte en programas, iniciativas, actividades dispersas, inconexas y esporádicas, que no alcanzan masa crítica para cubrir líneas en memorias de actividades en las que el emprendimiento queda bien. Antes del éxito hace falta formación, vocación, pasión, esfuerzo, trabajo, persistencia, saber levantarse y aprender después de cada caída, saber ponerse en los zapatos de clientes y empleados, humildad, paciencia, confianza en uno mismo, intuición, capacidad y ganas para arriesgarse, creatividad, suerte, tiempo, etc. Todo no siempre está en la misma persona, por eso los equipos pueden funcionar mejor. A pesar de todo, el entorno y el resto de competidores también juegan la partida. Ignorarlos es garantía de problemas, pero eso ya no interesa a los que venden éxito fácil e instantáneo.

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