Graham Andrew, asesor científico del director general del OIEA, Yukiya Amano, declaró a la prensa en Viena que la situación en el reactor 4 de la planta atómica es la “de mayor preocupación”, ya que no se sabe nada sobre el nivel de agua en las piscinas de combustible nuclear usado.
Asimismo, se desconoce la temperatura del agua en esas piscinas desde el pasado 14 de marzo, cuando era de 84 grados centígrados, por lo que expertos del OIEA no descartan que desde entonces haya empezado a entrar en ebullición.
Según los datos que maneja la agencia nuclear de la ONU, los reactores 1, 2 y 3 están “relativamente estables”, mientras que los niveles de agua en las vasijas de seguridad en los reactores 5 y 6 “han bajado”, dijo Andrew.
El experto del OIEA advirtió de que todavía es “demasiado temprano” para poder decir que se podrá estabilizar la situación en Fukushima Daiichi.
“Es positivo que (la situación) no haya empeorado, pero todavía es posible que empeore. No quiero especular”, manifestó el asesor de Yukiya Amano, quien se encontraba hoy de camino a Japón, donde quiere visitar personalmente el lugar de los hechos.
Según Andrew, el OIEA recibe datos de radiación de 47 ciudades japonesas, incluyendo Tokio, donde los niveles de contaminación siguen por debajo de niveles peligrosos para los seres humanos.
Sin embargo, en algunas localidades que se encuentran a menos de 30 kilómetros de la planta de Fukushima, la
contaminación ha “aumentado de forma significativa” en las últimas 24 horas, con niveles de hasta 0,17 milisieverts por hora.
La exposición a 100 milisieverts por año es el umbral aceptado por los expertos para considerar evidente el riesgo de desarrollar un cáncer.
Por otra aparte, Elena Buglova, responsable del centro de Emergencia e Incidentes del OIEA, confirmó que dos trabajadores de la planta han enfermado hasta ahora.
Según Buglova, las enfermedades no se deben sólo a la radiación sino posiblemente también a las explosiones sucedidas en la planta en los pasados días.
“Es demasiado temprano para juzgar el origen de los daños a la salud sufridos”, precisó la experta.
A pesar de lo sucedido en Japón, Andrew calificó como “injusto” decir que el OIEA fue demasiado complaciente con los estándares de seguridad desde la catástrofe de Chernóbil en 1986.
“La energía nuclear tiene un historial envidiable de seguridad, si se compara con las muertes de otros sectores energéticos”, manifestó Andrew.
“El problema es que la probabilidad de tener un evento como éste es relativamente baja, pero las consecuencias pueden ser muy elevadas”, agregó el experto.
El departamento de Defensa de Estados Unidos anunció ayer el envío de un equipo de nueve especialistas en amenazas biológicas y nucleares para asesorar a las autoridades japonesas.
El portavoz del Pentágono, David Lapan, informó, además, de que el secretario de Defensa, Robert Gates, ha autorizado una partida de 35 millones de dólares inicial para ayuda humanitaria.
Los nueve militares trabajarán con el Gobierno japonés para analizar las consecuencias del escape radiactivo de la planta nuclear de Fukushima, en el nordeste del país, ocasionado por el terremoto y posterior tsunami del pasado viernes, que ha causado al menos 14.000 muertos y desaparecidos. Su misión será también asesorar a los mandos estadounidenses desplegados en Japón para decidir si es necesario el envío de tropas adicionales, agregó el portavoz.