Poner un foco en este dilema es el objetivo de la Jornada sobre Telefonía Móvil y Salud Pública que hoy se celebra en Algeciras, organizada por la Diputación de Cádiz, la FEMP y el Colegio Oficial de Médicos de Cádiz, entre otros organismos, y que reúne a profesionales, ecologistas, colectivos sociales y técnicos.
La alarma social ante estas antenas ha generado fenómenos como el que en Estados Unidos fue bautizado "el efecto NIMBY" (iniciales de "Not in my back yard", "No en mi patio trasero") y que en su versión castellana se llama "el efecto SPAN" ("Sí, pero aquí, no"), y que es el rechazo a tener cerca la infraestructura de una tecnología que, como en el caso de los móviles, tiene uso cotidiano en la población.
Uno de los ponentes de esta jornada es Vargas Marcos, asesor biomédico de la FEMP y que a finales de los noventa, cuando fue subdirector de Sanidad Ambiental y Salud Laboral del Ministerio de Sanidad y Consumo, formó un comité de expertos en la materia.
Vargas Marcos ha asegurado que pese a que la proliferación de antenas ha generado "alarma" y "percepción de riesgo" en la sociedad, es "una evidencia científica" que éstas no suponen ningún riesgo para la salud porque así lo han constado numerosos estudios.
"Este es un debate artificial, es social, no científico", ha aseverado Vargas Marcos que cree que en la polémica entran en juego desde "intereses inmobiliarios, económicos o políticos" hasta "chamanes que quieren vender pulseritas anticampos electromagnéticos" usando para ello una palabra que provoca tanta inquietud como "radiación".
"Las radiaciones existen a nivel cotidiano, en cualquier aparato de casa, desde una radio a un ordenador, pero a unos niveles que el cuerpo puede afrontar con sus sistemas de regulación", explica este experto, que afirma que la normativa existente para la instalación de antenas es "muy garantista".
La ciencia aún estudia los efectos que "a largo plazo" puede tener en la salud el uso de los teléfonos móviles, un asunto que ha sido sometido a varios estudios, entre ellos uno de la OMS que ha determinado que no aumenta el riesgo de desarrollar tumores cerebrales, la patología con la que se ha asociado.
"Los tumores cerebrales tienen un periodo de latencia largo, puede ser de diez, quince o veinte años", una razón por la que "están en marcha" diversos estudios, aunque "la mayoría" de los realizados hasta ahora "coinciden en que no hay riesgos"