—¿Dónde nació?
—En la calle Munición de Algeciras. Mi madre era de Larache y mí padre trabajaba de barrendero en el Ayuntamiento. Hemos sido nueve hermanos y ahora quedamos cuatro solterones. Algeciras es lo más grande del mundo y de aquí no me voy.
—¿Fue al colegio?
—Fui a la escuela de la Cruz Roja y nos daban leche en polvo, pero algunas veces hacíamos la rabona y nos íbamos los amigos a las desaparecidas Escalinatas a comer palmichas, dátiles y todo lo que había por allí. Don Juan me dijo que yo era su mensajero y me mandaba a su casa a limpiar sus pájaros. También fui el encargado de abrir por las mañanas y que todo el mundo entrara a la escuela.
—¿Hasta cuándo estuvo en el colegio?
—Me salí del colegio a los catorce años y entré de pinche en una imprenta, repartía carteles por todos los sitios. En las primeras Navidades los de la imprenta me regalaron una caja de polvorones y mi madre se creía que la había robado.
—¿Por qué no se lo creía?
—Al día siguiente fue a la imprenta y le dijeron que como me portaba bien me la habían dado. Éramos muy pobres y me salí del colegio para ayudar a mi casa. Soy buen tío y llevo la cabeza levantá porque de robar nada de nada. Tengo las puertas abiertas en todos los bares, porque tengo para mis gastos sin necesidad de pedir.
—¿Los comerciantes le ponen pegas para colocar los carteles?
—La gente me quiere mucho y me respeta, pero a veces algunos me ponen pegas, porque hay carteles que no son bonitos y se resisten a ponerlos.
—¿Cómo transcurre un día en usted?
—A las doce de la noche entro en el mercado de abastos, para descargar y repartir la fruta en los puestos hasta las ocho de la mañana. Después me pongo a repartir carteles por todas partes. Por la tarde me acuesto y ya no me levanto hasta por la noche cuando me voy de nuevo al mercado. Pero hay veces que tengo que ir por la tarde a Alhaurin de la Torre a cargar la fruta para traerla al mercado.
—¿Dónde come?
—Vivo con mi hermano y algún día hace él de comer cuando yo le doy el dinero. Pero casi todos los días voy a comer al Comedor del Carmen y allí recojo un bocadillo para mi hermano. En el Carmen hay muy buena gente, pero algunos cuando llegan meten la pata y no saben comportarse. Las monjas me quieren mucho y el día que falto me echan de menos y me dicen: "Manolo no vengas tarde para que no te quedes sin comida". El Comedor del Carmen está haciendo una buena labor y cada día acuden más gente porque hay muchos pobres.
—¿Cómo se le presentan las navidades?
—Desde que murió mi madre hace catorce años en mi casa no hay fiestas. Por lo tanto comeré en el Carmen y después tranquilo en casa para descansar y dormir.
—¿La gente es generosa con usted por estas fechas?
—Algunos dan regalillo y lo llevo para mi casa, porque tengo que mantener a mi hermano, que no quiere trabajar porque es muy flojo.
—Por tu mare y la mía, ¿has cambiado el agua al porrón, porque en la Semana Santa de hace unos años, me diste un trago y estaba podría?
—Jajajajaja.
—Manolo, no te rías, que aún tengo el amargor en la garganta.
—Jajajaja. Te juro José que yo cada vez que compro un porrón le pongo al agua anís Machaco para quitarle el sabor a barro. Algunos costaleros me dicen que le meto mucho anís y que el paso en vez de ir derecho va torcío. Tanto los músicos como los costaleros van contentos y graciosos porque siempre llevo dos porrones. Jajaja, cuando tú bebiste si estaba el agua amarga, es porque se me olvidaría tirarla del porrón al guardarlo el año anterior. Jajajajaja. Fue un despiste José.
—Jajaja, ¿te sueltan la gallina los curas por hacer de aguaó?
—Lo hago por la cara y no cobro un duro. Los costaleros me lo agradecen y se despiden de mí hasta el año siguiente, pero siempre me advierten que le quite el agua y que no le ponga tanto Machaco.
—No sabes leer y ni escribir, ¿cómo te las arreglas para que no te engañen?
—No sé ni leer y ni escribir, pero no me engañan porque sé calcular lo que me tienen que dar.
—¿Sigues haciendo de varillas o guardacoches?
—Ya he guardado la gorra y las porras porque estaba harto de aguantar. Pero en la Fiesta del Cordero me avisó el marroquí para que lo sustituyera unos días. Trabajo todos los días y te diré que tiendo, lavo y plancho las ropas. Procuro ir aseado y afeitado siempre y, hago todas las tareas de mi casa.
—De mujeres, ¿qué?
—He tenido unas quince mujeres y estoy harto de tantas mujeres.
—¿Quieres que ponga eso?
—Ponlo. Ahora me presentaron otra amiga y me invitó a que fuera a su casa dos o tres días....
—¿Dónde te gastas la tela que ganas?
—Me tomo unas cervecitas con los amigos y los invito. Aunque yo pago la luz, el agua de mi casa. A mí no me falta trabajo nunca y no me afecta la crisis.
—El espacio se acaba, ¿qué le deseas en estas navidades a los políticos corruptos y rateros?
—A los chorizos y a los mangantes meterlos en la cárcel para que no roben más. Y en esta Navidad que coman turrón de noche y de día hasta que se atraganten.
—Y a mí, ¿qué me dices?
—Muchas gracias por la entrevista y que siga usted haciendo bien.