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Los amores de doña Lidora

La festividad de San Valentín se remonta al año 496 d.C., cuando así lo  incluye el papa Gelasio I en el calendario litúrgico católico

  • Los amores de doña Lidora. -

La festividad de San Valentín se remonta al año 496 d.C., cuando así lo  incluye el papa Gelasio I en el calendario litúrgico católico. 

Valentín, un sacerdote romano, obvió la prohibición del emperador Claudio  II para que no se celebrara matrimonios para los jóvenes porque consideraba que  los chicos solteros, sin familia, eran mejores soldados. Como consecuencia de esa  rebeldía el clérigo fue sentenciado a muerte el 14 de febrero del año 270. 

El amor es un sentimiento intenso del ser humano que pervive desde los  inicios de los tiempos y que siempre se ha manifestado en distintas versiones. Una  de las que más ha trascendido ha sido a través de los antiguos romances que se  difundían a través de los pliegos de cordel, una hoja doblada dos veces para formar  ocho páginas. 

El objetivo final de estos romances era vender el pliego, cuyo proceso  comenzaba con la figura del transmisor oral, generalmente ciego, que hacía de  mediador entre la obra y el público. 

Elegía un lugar de mucho tránsito, normalmente el mercado o la plaza  pública, e instalaba un gran cartelón con los diferentes grabados que representan  los momentos más trascendentes de la historia. Esta forma de exponerlo permitía  que tuvieran acceso al relato todas las personas, indistintamente su estrato social. 

Los romanceros solían comenzar con una llamada de atención. <Hombres, mujeres y niños,/mendigos y caballeros,/paisanos y  militares,/carcamales y mancebos./El que ya no peina canas/porque se quedó sin  pelo,/y el que el tupé se compone/con bandolina y ungüento...> 

Si la narración era larga, para evitar que se le marchara la clientela, realizaba  varias paradas que, a veces, aprovechaba para vender todo tipo de ungüentos y  cacharros varios. Lo anunciaba de la siguiente manera: 

<Fin de la segunda parte,/éstas dos no pintan nada,/la tercera es la que vale...> El final, irremisiblemente, solía ser una invitación a la compra del pliego. <Y aquí se acaba el romance/que en el pliego escrito está,/sólo dos céntimos  cuesta/a quien lo quiera llevar>. 

Uno de esos romances, fechado en 1704, narra los amores, el cautiverio y  el rescate de Doña Lidora y un caballero de Jaén. Dicho pliego aparece bajo el título  Nueva Relación y curioso Romance, en que se declara muy por extenso los  amores, cautiverios y rescate de una Principal Señora, llamada Doña Lidora, y de  un Cavallero, natural de la Ciudad de Jaén, y lo demás que verá el curioso lector.

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