Durante dos días, y coincidiendo con el festivo 1 de Mayo - Día del Trabajo-, Arcos ha disfrutado del espectáculo visual que supone su reencuentro con las Cruces de Mayo, una tradición heredada de otras ciudades andaluzas pero que ya comienza a gozar de cierto arraigo en la cultura popular. De hecho, el propio Ayuntamiento se toma esta convocatoria como un nuevo aliciente turístico para atraer visitantes y como una muestra del carácter participativo y colaborativo de la vecindad que es imprescindible para los distintos montajes florales que se exhiben.
Pese a lo que se podía esperar este año por las consabidas tensiones entre un sector poblacional del casco antiguo -principal recinto donde se muestran las Cruces de Mayo- y el Ayuntamiento por las obras del proyecto ‘Arcos, ciudad amable’, el barrio mostró una buena participación aunque con menos cruces que años anteriores fruto posiblemente de esas desavenencias. Aun así, el casco antiguo lució cruces en lugares como el bar Cuesta de Belén, gastrobar El Retablo, el Parador de Turismo, el restaurante Patio Andaluz, los mesones Don Fernando y Los Murales, las tabernas El Casino y El Regreso, el jardín andalusí, palacio del Mayorazgo, hotel El Convento y las instaladas por la hermandades del Prendimiento y Silencio.
Sin embargo, el recorrido quedó abierto en la calle Corredera, en el bar La Tasquita, que lució una bella cruz diseñada por la familia propietaria que fue visitada por el equipo de Gobierno, que así comenzó su largo periplo por el resto de cruces, pasando en este sentido por la instalada en el interior de la iglesia de San Juan de Dios por parte de la hermandad de la Vera Cruz, que incluso contó con su propia barra solidaria para recaudar fondos. Y es que la cofradía del Jueves Santo fue doblemente protagonista de la jornada del domingo, ya que a su visitada cruz es preciso sumar la procesión que llevó a cabo por la tarde por el centro urbano de la ciudad.
Este año se sumaron a la oferta total de Cruces de Mayo cuatro monumentos florales más que el año anterior. El Barrio Bajo las lució en bar Angorrilla, parroquia de María Auxiliadora, en la calle Lepanto y la instalada por la hermandad de Cristo Rey (La Borriquita). Otros lugares fueron la venta Junta de los Ríos, la de Manolita Chen en la capilla de Las Aguas en Romero Gago, La Pedrosa, iglesia San Isidro Labrador de Jédula, en el centro de Participación de El Santiscal o la montada por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (AFA) en las instalaciones del centro de día San Miguel, entre otras que llenaron de colorido diversos rincones de la ciudad.
Todo ello fue posible sin duda a la entrega y altruismo de empresarios, asociaciones, hermandades y todo tipo de colectivos cuyo trabajo ha sido especialmente agradecido tanto por el alcalde de la ciudad, Isidoro Gambín, como por su delegado de Fiestas, Juan Ramón Barroso, quienes dirigieron la comitiva municipal que recorrió el itinerario de estas Cruces por el Arcos monumental. Los representantes del equipo de Gobierno se deshicieron en elogios hacia el trabajo que ha supuesto el montaje de todas estas Cruces de Mayo. A todo ello, la celebración del evento motero en Jerez dejó un ambiente extraordinario sobre todo en el casco antiguo, una imagen que volvió a repetirse en beneficio de restaurantes y bares.
Otro aliciente más de estas Cruces fue el estreno del sainete ‘Una cruz amable’ por parte de la Asociación Cultural Entretelas Teatro en el palacio del Mayorazgo y en varias funciones; una obra de Salvador Pérez Salas que este año quiso sumar ironía y sátira al controvertido proyecto del ‘Ciudad amable’.