Durante los primeros días de la operación Mostharak (juntos, en dari), los talibanes se retiraron de Nad Alí, donde la fuerza conjunta “sigue dominando los núcleos poblados” y efectuando “operaciones de limpieza” en cruces y carreteras de la zona, según el parte diario de la ISAF, que resume la situación en el frente. Más resistencia han encontrado en el cercano núcleo de Marjah, donde sin embargo la ISAF dio cuenta de “una actividad insurgente menos frecuente”, con “ataques limitados de pequeña escala”.
La OTAN, que informó de la muerte el martes de un soldado internacional por disparos de los talibanes en el marco de la ofensiva, constató que ésta “sigue en marcha” pero matizó que muchas zonas están minadas, por lo que el avance se está efectuando con cautela para “minimizar víctimas afganas y de la fuerza conjunta”.
Pese a que el mando de la ISAF ha insistido desde el principio del asalto militar, el pasado sábado, en que su prioridad es evitar víctimas entre la población, ayer admitió que el ataque de cohetes que mató a 12 civiles el domingo en Nad Alí no erró en su objetivo, como aseveró en su momento.
“La revisión todavía continúa pero se ha determinado que el sistema Himars (sistema de alta movilidad de cohetes de artillería) funcionó adecuadamente”, dijo en un comunicado.
Añadió que el uso de esa tecnología militar, que quedó suspendido tras el ataque del domingo, “ha sido restituido” tras verificar que no hubo fallos en el lanzamiento de los proyectiles, con lo que asumió que los civiles fueron víctimas colaterales.
El domingo, la ISAF achacó las bajas civiles al hecho de que los dos cohetes lanzados se desviaron 300 metros de su objetivo.