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Desde mi azotea

Salvador Puig Antich

Los botines se destinaban a financiar las publicaciones clandestinas

Publicado: 17/05/2024 ·
08:53
· Actualizado: 17/05/2024 · 08:54
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Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

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Advierto previamente que este artículo es un poco largo pero merece la pena leerlo. El pasado 2 de marzo de 2024 se cumplieron 50 años del caso de Salvador Puig Antich, que murió ejecutado por medio de garrote vil en la mañana del 2 de marzo de 1974. Fue la última persona ejecutada en España por este método; una ejecución orquestada por el agónico régimen franquista y convertida por muchos en un mito.

Salvador Puig Antich (Barcelona, 30 de mayo de 1948-Barcelona, 2 de marzo de 1974) fue un anarquista y antifascista español y uno de los últimos ejecutados por el régimen franquista. También apodado el Metge (el Médico en español), formó parte del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), organización anticapitalista que apoyaba las acciones de guerrilla y fomentaba la lucha obrera.

Los episodios del Mayo francés de 1968 y la muerte del estudiante Enrique Ruano en la Dirección General de Seguridad en 1969 fueron decisivos para que Puig Antich decidiera implicarse activamente en la lucha contra la dictadura franquista. Tras iniciar estudios universitarios de Ciencias Económicas, hizo el servicio militar en Ibiza, donde fue destinado a la enfermería del cuartel. Una vez licenciado, se incorporó al Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), integrándose en su rama armada en lucha contra el capitalismo.

Puig participaba, haciendo de chófer, en las acciones del grupo, que consistían generalmente en atracos a bancos. Los botines se destinaban a financiar las publicaciones clandestinas del grupo. Crearon la revista CIA (Conspiración Internacional Anarquista] y la editorial Mayo 37. El 2 de marzo de 1973 un contable de la sucursal del Banco Hispanoamericano de Barcelona resultó herido de gravedad durante un atraco perpetrado por Salvador Puig Antich, Jean-Marc Rouillan, Josep Lluís Pons Llovet y Jordi Solé Sugranyes. A partir de entonces la policía creó un grupo especial para desarticular esta banda. La nueva situación creó dudas y contradicciones en el seno del MIL. En agosto de 1973, en una reunión en Francia, la mayoría de sus miembros, descontentos con la trayectoria del grupo, decidieron su disolución. Sin embargo, Puig Antich, los hermanos Solé Sugranyes y José Luis Pons decidieron continuar.

El 25 de septiembre de 1973, agentes de la Brigada Político-Social prepararon un operativo para ese día esperando detener a Xavier Garriga miembro del MIL. Aunque no se esperaba la presencia de Puig Antich, finalmente los dos anarquistas fueron abordados. Garriga iba desarmado y no opuso resistencia. Puig se resistió al arresto, por lo que entre los inspectores Bocigas y Santorum y el subinspector Anguas trataron de reducirle con una zancadilla y mediante golpes en la cabeza con la culata de las pistolas. En ese momento le requisaron una pistola Kommer, calibre 6,35 milímetros, cargada y sin montar. Sin embargo el forcejeo continuó y cinco policías introdujeron a Puig y a Garriga en un portal situado en el número 70 de la calle Gerona. En ese momento se escuchó un disparo, que aprovechó Garriga para escapar, aunque fue perseguido por los policías Rodríguez y Algar y atrapado gracias a la colaboración ciudadana. Mientras tanto se produjo un tiroteo en el portal donde habían quedado Puig Antich, Bocigas, Anguas y Fernández Santorum, resultando malherido Puig Antich y muerto el subinspector Francisco Anguas Barragán, de 24 años.

El cuerpo del subinspector tenía cinco impactos de bala y Salvador recibió dos. Ambos fueron trasladados al Hospital Clínico, donde los médicos tuvieron que cerrar las puertas de la habitación de Puig Antich porque los compañeros del policía pretendían sacarlo y "darle un paseo por Montjuic" como represalia. Éste permaneció ingresado, esposado de una mano y un pie a la cama en la que estaba convaleciente. Nunca estuvo muy claro de que pistolas salieron los tiros y que causó la muerte del policía.

Puig Antich fue encarcelado, acusado de ser el autor de los disparos y, posteriormente, juzgado en consejo de guerra (calificaron el delito como de terrorismo) y condenado a la pena capital "por la muerte de un funcionario público por razones políticas". Partidos políticos, colectivos de derechos humanos y mandatarios extranjeros, como la Santa Sede o el canciller alemán Willy Brandt, pidieron su indulto sin resultado.

Salvador pasó su última noche en la celda 443 de la cárcel Modelo de Barcelona y fue ejecutado mediante garrote vil por el verdugo titular de la Audiencia de Madrid, el extremeño Antonio López Sierra, en la sala de paquetería de la prisión el 2 de marzo de 1974 a las 9:20 horas, certificando su muerte un capitán médico a las 9:40 horas. Puig Antich está enterrado en el Cementerio de Montjuïc (agrupación 14, nicho 2737).

Todas y cada una de las fuentes consultadas coinciden en que su caso fue el fruto de una conspiración policial y militar, amparada por la estructura política franquista para mostrar la firmeza de un régimen que agonizaba. Salvador Puig Antich, uno de esos jóvenes que “desafiaron al miedo”. La Barcelona de los 70 es convulsa y bebe del estallido social que resuena en toda Europa. Como en el resto de España, las protestas estudiantiles y los movimientos obreros inundan las calles de la ciudad, clamando por derechos y libertades. Salvador Puig Antich es hijo de esa revolución. “Uno de esos jóvenes que desafiaron al régimen franquista en un momento en el que todo el mundo tenía miedo”. Así lo describe a RTVE.es Gutmaro Bravo, doctor en historia contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid y autor de Puig Antich: La Transición Inacabada.

El 20 de diciembre de 1973, mientras Puig Antich estaba detenido en la antigua Cárcel Modelo de Barcelona, la banda terrorista ETA asesina al presidente del Gobierno, el Almirante Luis Carrero Blanco. Un duro golpe para el franquismo que pone en evidencia la debilidad del régimen, y también la del propio Franco, tal y como explica a RTVE.es el periodista Francesc Escribano, autor de Cuenta atrás: la historia de Salvador Puig Antich. Fue entonces cuando Franco pensó, “si lo dejo todo atado, moriré matando”, concluye Escribano.

El Consejo Militar finalmente ratifica la sentencia, pena capital contra la propia jurisdicción militar: a garrote vil. Un método que, a instancias del doctor Gutmaro Bravo, refleja la “crueldad y las ansias de venganza” por la muerte del policía. El asesinato de Carrero Blanco tampoco ayudó, argumenta Escribano: “El régimen quería venganza”. El periodista cuenta cómo Puig Antich, al recibir la noticia del asesinato del Almirante, le dijo a un funcionario de prisiones que ETA le había matado.

Esta es la historia del ultimo ejecutado por el régimen franquista por el método del garrote vil. El mecanismo, en su forma más evolucionada, consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola. Al girarlo, causaba a la víctima la rotura del cuello. La muerte se producía por la dislocación de la apófisis odontoides de la vértebra axis sobre la atlas en la zona cervical de la columna. Aunque la experiencia demostró que raramente sucedía así, ya que la muerte solía sobrevenir por el estrangulamiento resultante de lesiones en la laringe y en el hueso hioides.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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